Me escribe una antigua alumna para pedirme que diga en mi blog a qué partido voy a votar en las próximas generales y por qué. Cree que eso puede ayudarle en un momento en que anda confusa. Es de izquierdas, siempre ha votado a IU y ahora se plantea si no será preferible votar a Podemos.
Pues vamos allá, diré lo que pienso por si le sirve de ayuda.
Nada que decir sobre el PP y poco sobre Ciudadanos
El PP está a la derecha de la derecha que gobierna Europa, y Ciudadanos, como bien ha dicho el Presidente del Banco Santander, es la versión de derechas de Podemos. Tener a mano esta versión resulta útil al poder económico por dos razones: puede sustituir al PP si este naufraga (algo que hace meses se temía más que ahora) y puede en otro caso complementar al PP y además quitar votos al PSOE. Albert Rivera interpreta hábilmente estas elecciones como alternativa entre “vieja y nueva política”, de manera que a un lado estarían todos los partidos que se han venido repartiendo el poder y enfrente los dos emergentes. Pero el esfuerzo de Ciudadanos por no parecerse al PP en asuntos básicos está empezando a naufragar. Los comentaristas ven a Rivera nervioso cuando se plantean los asuntos en que quiere pasar desapercibido, sean impuestos, reforma laboral o copago, y su última propuesta, quitar agravante a las faltas leves de índole machista, ha sido defendida de las críticas unánimes con argumentos impresentables, jaleados sin embargo en seguida por los periodistas de extrema derecha más desaforados.
Por qué no a UPyD
Este partido ha dedicado su esfuerzo a denunciar la corrupción y en varios casos ha tenido éxito ante los juzgados. En lo demás es un partido conservador, actualmente casi destruido por sus peleas internas y con pocas posibilidades de sacar diputados.
Por qué no al PSOE
Aquí podrían aparecer las dudas del voto útil. Pero el PSOE, por más que Pedro Sánchez proclame a gritos sus pasadas glorias, tiene dos problemas visto el asunto desde la izquierda: es socialdemócrata no por estrategia, sino de corazón (es decir, procapitalista). Y además está en manos de bancos acreedores. Por eso su política económica ha sido similar a la del PP.
Alardea Sánchez de que el PSOE ha promulgado muchas leyes de carácter social, y es verdad, pero sólo porque no tuvo que enfrentarse a los dueños del dinero. A éstos les resulta indiferente que se legisle sobre la igualdad entre hombres y mujeres, el matrimonio homosexual, el divorcio o el aborto. Y es ahí donde el PSOE ha hecho una tarea valiosa, que si el PP ha tratado de obstaculizar es sólo en atención al carácter reaccionario de gran parte de sus votantes.
Se puede decir lo mismo de otros campos. Universalizar la educación es algo que interesaba al poder económico: alfabetizar a todos, pero sin pasarse, no fuera a ser que el país tuviera una población difícil de engañar. Y eso es lo que hizo el PSOE, universalizar la educación pero sin recursos para hacerla efectiva (sobre todo respecto a las clases económica y culturalmente bajas). Una sanidad pública para los de abajo, los que no pueden pagar la privada, interesa también a quienes los emplean. Pero el PSOE ha estado muchos años en el poder y no ha hecho leyes fiscales justas, ni ha mejorado la escuela pública con el dinero con que se subvenciona a la privada, ni ha intentado poner coto a los abusos de las eléctricas, la banca, las grandes multinacionales y las grandes fortunas. Por el contrario, se ha puesto al servicio de ellas a cambio de que la banca le condone intereses y prorrogue créditos, a cambio también del uso de las puertas giratorias. Hoy te favorezco, mañana me das un puesto lucrativo. Ni siquiera ha sido capaz de desarrollar con coherencia el carácter laico del Estado denunciando los Acuerdos con el Vaticano.
Por qué no a IU
He votado muchas veces a IU y siempre para sentir una frustración que sólo me expliqué cuando supe que también IU está en manos de la banca, porque cometió el error de pedir préstamos que no puede devolver ¡y para malgastarlos en campañas electorales! En los años que IU lleva de vida, y que pueden añadirse a los previos del PCE, ha hecho poco de lo que debería esperarse de una izquierda consciente. No ha puesto en pie medios de comunicación influyentes, no ha hecho propuestas interesantes en educación y, ya que no tenía fuerza para legislar, ni siquiera se atrevió a denunciar ante la población los entresijos de la política legislativa y económica de los gobiernos del PP y del PSOE. ¡Qué decir del silencio de los miembros de IU que entraban a formar parte de consejos de administración de las Cajas y que en lugar de denunciar lo que ocurría allí dentro se lucraron como los demás! Sólo ha sido útil IU a nivel local para frenar algunos proyectos urbanísticos de la derecha y prestar más atención a los barrios pobres. Su candidato Alberto Garzón es un político que cae muy bien, pero debería comprender que a IU sólo le queda un camino honorable: disolverse y dejar espacio a la creación de un partido comunista que sepa plantearse la situación a largo plazo y sin hipotecas.
Por qué no a Recortes Cero
Es éste un movimiento que presenta un programa atractivo y que ha hecho cosas interesantes. Dispone de medios de comunicación con trabajos valiosos e informaciones útiles, aunque en la línea de prensa de partido, y hace esfuerzos por divulgar la crítica marxista entre sus simpatizantes, aunque con una rígida adscripción al maoísmo. Siempre que me lo piden colaboro con ellos, pero su problema es el de la utilidad del voto: previsiblemente no sacarán diputados. ¿Por qué no se presentan unidos con las restantes fuerzas de izquierda?
Sólo queda Podemos
¿Qué se puede decir contra este partido?
Desde hace meses, en algunas ocasiones, me he sentido, como me imagino que tantos otros, incómodo o defraudado por algo que ha dicho o hecho algún dirigente de Podemos. No me han gustado los argumentos que se adujeron para no pactar con IU, sobre todo teniendo en cuenta que Pablo Iglesias había pretendido poco antes ir en una lista de IU. No me han gustado los desencuentros, dentro de Podemos, por causa de las confecciones de las listas electorales. No me ha gustado la precaución miedosa con que dirigentes de Podemos han reaccionado a la forma malintencionada con que se los relaciona con Syriza y Venezuela (me hubiera gustado oírles algo a favor de Syriza y de la revolución chavista por su propia iniciativa, no como tibia respuesta a un ataque). No me gustó la excesiva prudencia de Iglesias en su mano a mano con Rivera en el programa de Jordi Évole, y antes en una entrevista que le hizo la periodista Ana Pastor.
Por razones que he dado en otra entrada de este blog no me ha parecido acertado que se liguen los conceptos de democracia y derecho a decidir, referido éste a la independencia catalana, y menos la afirmación de que Podemos no pactará con ningún partido que no acepte la convocatoria de un referendum en Cataluña en el plazo de un año. Lo adecuado, pienso, sería un referendum para aprobar una nueva Constitución y, sólo en el caso de que ese referendum se pierda en Cataluña, la convocatoria de un referendum para que los catalanes digan si quieren o no seguir en España. Está claro que en este asunto han influido las conexiones y compromisos de Podemos con otros grupos catalanes.
Algunas de estas decepciones (no la del referendum) tienen relación con la crítica que se viene haciendo a Podemos por haber pasado del radicalismo de sus comienzos al aire pacífico y contemporizador que muestra ahora, y que se traduce en una rebaja en las propuestas electorales.
Quien se muestra más agrio en esta crítica es Antonio Elorza, primero comunista ortodoxo, luego partícipe en la fundación de Izquierda Unida y finalmente simpatizante legitimador de UPyD. En El País del pasado día 10 se dedica a mirar con lupa declaraciones de Pablo Iglesias para afirmar que la llamada erróneamente moderación de Podemos es en realidad una permanente mutación de acuerdo con las exigencias del mercado político. Y concluye que esto “no es transformismo, sino travestismo político según la fórmula de que cambiaré mis principios según las encuestas”.
Critica también el liderazgo personal nada democrático de Iglesias y afirma que, mientras éste se llena la boca de democracia, en su partido impera una autocracia que no admite oposición, lo que anuncia una forma de gobernar no de izquierda, sino izquierdista (Lenin).
Argumentos a favor de Podemos
El primero y muy importante es que se financia mediante pequeños donativos y préstamos de simpatizantes, y que se ha comprometido a no pedir nunca un préstamo a la banca, condición necesaria para salvaguardar alguna libertad.
En parte por esta independencia, por ser el único (de los que tienen posibilidades de éxito) que no está controlado, los poderes económicos temen que Podemos consiga el poder. Nada temen de los restantes partidos, todos ellos bajo control.
En el VI Encuentro de EXPANSIÓN diez altos ejecutivos y analistas españoles de firmas financieras de la City de Londres han reconocido que sienten menos intranquilidad ante las elecciones españolas al descartar el triunfo de Podemos por su decaimiento en las encuestas. Los alivia que, de acuerdo a los sondeos, la alianza con más posibilidades de formar Gobierno sea la de PP y Ciudadanos. Estos ejecutivos han pedido nuevas reformas económicas al futuro Gobierno para que se gane la confianza a largo plazo de grandes multinacionales y fondos. Saben de sobra que esas reformas se llevarán a cabo con cualquier gobierno en el que no esté Podemos. Y nosotros conocemos el significado de “reformas” en boca de la derecha: nuevos recortes en sanidad y pensiones (para facilitar suculentos negocios privados) y ahondar en la reforma laboral (para acabar con la poca capacidad de resistencia que queda a la clase trabajadora y entregarla atada de pies y manos al interés de los empresarios).
Se puede añadir que la victoria de Podemos cambiaría la situación europea, porque junto con las izquierdas portuguesa, griega e italiana podría alterar la correlación de fuerzas, presionando al indeciso socialismo francés y oponiendo a las exigencias de la derecha que gobierna Europa una resistencia que Syriza no pudo hacer sola.
Balance entre argumentos en contra y a favor
Por lo que respecta a la democracia interna creo que es un peligro constante el carácter carismático que otorga a todo líder su tirón electoral. Esto ocurre en todos los partidos y la ventaja de Podemos es que su democracia interna está más garantizada por sus estatutos: el líder sabe en todo momento que puede ser revocado, lo cual mitiga la autocracia, y hemos visto que hay oposición y que funciona. Se ha exteriorizado en varias ocasiones y ha logrado, por ejemplo, que dos brillantes fichajes hechos por la dirección se retiraran de las listas.
Por lo que respecta a la moderación, mi crítica, que no es la del enemigo ideológico converso, sino la de un simpatizante, debe matizarse con esta consideración: sabemos que los partidos de izquierda que no esperan gobernar (caso, por ejemplo, de Recortes Cero, de IU y de Podemos en sus inicios) son más radicales en sus críticas y propuestas que los que tienen esperanzas. Y esta tendencia a la templanza se explica si se tiene en cuenta el estado ideológico de la población española, muy trabajada a lo largo de décadas por los medios conservadores.
El mismo Elorza, tan crítico ahora con el pragmatismo de Podemos, participó en la creación de IU, que en realidad fue un pragmático disfraz del PCE para evitar la repugnancia que una parte de la población sentía ante la palabra “comunismo”, tan fuertemente relacionada con crimen, pobreza y dictadura por los medios de comunicación.
En suma, hemos de aceptar que, teniendo en cuenta los efectos en los votantes, el dirigente de un partido como Podemos no tiene la misma libertad de quienes opinamos sin otro interés que acertar en los argumentos. Pues tal dirigente tiene que pensar en muchas otras cosas y no sólo en su pulcritud intelectual y moral. Ha de plantearse preguntas como éstas:
¿Interesa realmente conseguir poder político? ¿Para qué? Y ahora que podemos conseguirlo, ¿es buen camino ir haciendo declaraciones y promesas de izquierda anticapitalista que espantarán a muchos votantes y que luego encontrarán tan fuerte oposición (de la derecha que gobierna Europa, de los mercados, de los medios de comunicación) que serán irrealizables? ¿O conviene moderar el discurso para atemperarlo a la ideología de la población y a las posibilidades presentes? ¿No es hacer el juego a la derecha ir a pecho descubierto para fracasar?
Son preguntas a las que yo respondería afirmativamente siempre que quedara bien precisado el para qué del poder: en las presentes circunstancias creo que vale la pena moderar el discurso y rebajar las propuestas (por más que ello nos defraude como testigos) si es con vistas a deshacer las reformas y recortes hechos en esta y la anterior legislatura (la del malhadado Zapatero), que tanto sufrimiento vienen ocasionando a millones de españoles, y para dar pasos adelante en tres espacios: el de la fiscalidad (reducir significativamente la brecha creciente entre ricos y pobres y dotar de mayores recursos al Estado), el de la educación (acabar con el fracaso escolar de las clases bajas y lograr su acceso a la universidad en la misma proporción que las clases restantes) y el de medios de comunicación de izquierdas (espacio para perseverar en la crítica radical al capitalismo y en las propuestas radicales). Si se terminara haciendo esto, poco se podría decir contra la estrategia moderada de Podemos.
Lo que por ahora sabemos es que, al ser el único partido no controlado, Podemos es el único que puede deshacer lo hecho por Zapatero y Rajoy y legislar a favor de los intereses colectivos, el único con capacidad para negarse a convertir en leyes los proyectos que le lleguen desde la banca o desde las empresas del IBEX 35, el único con capacidad para plantar cara a las exigencias europeas.
Por otra parte lleva en su programa propuestas interesantes en política fiscal y educativa.
Cierto que es insuficiente ofrecer enseñanza pública gratuita de 0 a 3 años, reducción de la carga lectiva del profesorado y del número de alumnos por aula y aumento del profesorado de apoyo allí donde los alumnos lo necesiten, pero son medidas válidas para echar a andar y no se encuentran mejores en los programas de los restantes partidos con opciones de gobierno. Por lo que se refiere a favorecer la existencia de medios de comunicación de izquierdas, un programa electoral no es lugar adecuado para hablar de ello, pero bueno sería empezar dando a la izquierda anticapitalista su espacio correspondiente en los medios públicos de comunicación. Y da la impresión de que Podemos está más capacitado que otros para hacerlo.
Así que el día 20 votaré a Podemos.
Un comentario final sobre la presión de los medios de comunicación
Se lleva mucho tiempo intentando descalificar a Podemos por su afinidad con Syriza (el supuesto fracaso de Syriza estaría anticipando el seguro fracaso de Podemos si gobierna) y por su colaboración con la revolución bolivariana (relacionándola con el totalitarismo, la ineficacia económica y el crimen).
La presión mediática es tan fuerte y sus castigos tan duros que es natural que Podemos sea prudente y no se lance a decir, por ejemplo, lo que yo dije en este blog sobre el aparente fracaso de Syriza y el seguro fracaso de Europa (la Europa que queríamos, que no es la que tenemos). Véase, sobre este segundo fracaso, el gran ascenso de la extrema derecha francesa, incluso entre la juventud de antiguos feudos comunistas y socialistas atraída por un discurso antieuropeísta.
Es también comprensible que Podemos no se lance a decir sobre Venezuela cosas como las que yo me permito a continuación.
Maduro ha reconocido que su derrota electoral se ha debido a errores de su gobierno y a casos de corrupción. Nada que distinga a Venezuela de España. Ahí tienen al PP, con toda su estructura partidaria corrupta y encabezando las encuestas. Ahí tienen a Rajoy, más que sospechoso de corrupción, y tan tranquilo como jefe de gobierno. Pero la corrupción es doblemente lamentable cuando se da en la izquierda. Así que no voy a defender a Maduro y su gobierno apelando a su parecido, en lo malo, con España.
Algún comentarista, entre condena y condena al régimen venezolano, se ha visto obligado a reconocer de mala gana que la revolución chavista dio vivienda, sanidad, comida y educación a millones de venezolanos que no tenían nada de eso. El régimen anterior, el de Carlos Andrés Pérez y luego de Rafael Caldera, tenía a esos venezolanos sumidos en la pobreza y no recibía críticas continuas y acerbas. Pero es que Hugo Chávez expropió latifundios y nacionalizó industrias de petróleo, telecomunicaciones, eléctricas, cemento y acero, hasta entonces en manos de multinacionales que estaban saqueando el país. Es natural que las oligarquías perjudicadas y sus medios de comunicación hayan establecido una estrategia para extirpar ese cáncer e impedir que aparezca en otros sitios. En esa estrategia entra el boicot económico, la violencia y la propagación de noticias falsas.
Se había ido preparando el terreno para afirmar, si Maduro ganaba las elecciones, que éstas no fueron limpias, que el éxito de Maduro fue un pucherazo. Sabemos algo del golpismo en América latina y de los procedimientos previos que suele utilizar la derecha para crear una situación insoportable y justificatoria. Por falta de datos no puedo opinar sobre los encarcelamientos recientes de políticos de la oposición en Venezuela, pero si tengo muy claro esto: supongamos (es sólo una hipótesis) que un opositor de derechas, de la calaña de Pinochet o Videla, comete en Venezuela un delito de sedición y es juzgado, condenado y encarcelado. Los medios conservadores del mundo lo presentarán como un héroe injustamente perseguido por un régimen totalitario. ¿Es imaginable un régimen totalitario que pierda unas elecciones de manera tan abrumadora como las ha perdido Maduro?
Como voy por libre me atrevo a plantear así el caso, pero creo que no deberíamos reprochar a los dirigentes de Podemos que sean precavidos ante unos medios de comunicación que están esperando cualquier ocasión para atacar. Y sabemos muy bien cómo lo hacen y con qué efectos.
Una última cosa: al reconocer la derrota, Maduro ha dicho que ganaron los malos. Frase escandalosa. ¿Es que acaso hay votantes buenos y votantes malos? ¡Pues claro! Son malos los que pertenecen a la minoría que explota y que, cuando pierde el poder, miente, tergiversa y actúa para acabar con los que intentan un reparto más justo de la riqueza del país. Claro que hay que añadir que son peores los dirigentes revolucionarios corruptos.
Concluyo repitiendo que, por las razones expuestas, el día 20 votaré a Podemos.