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Es decepcionante que lo que está ocurriendo hoy en el mundo no sea causa de profundo dolor y rabia en la mayoría de la población mundial, al punto de motivarla a actuar sin dilación.

La rabia, furia, ira o cólera es una emoción primaria que debería ser inevitable cuando nos llegan noticias como, por ejemplo, las referidas al genocidio que viene cometiendo Israel o a los funestos efectos de la riqueza de los milmillonarios.

LA DENUNCIA DE SUDÁFRICA ANTE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL

Lamentablemente no ha sido ningún país de Occidente, ni tampoco China, sino Sudáfrica, el que ha denunciado ante la Corte Penal Internacional (CPI) que Israel ha participado, está participando y corre el riesgo de participar aún más en actos genocidas contra el pueblo palestino en Gaza, mediante actos y omisiones que se cometen con la intención específica requerida de destruir a los palestinos en Gaza como parte del grupo nacional, racial y étnico palestino más amplio.

Tal denuncia tiene su fundamento: apelando a su derecho a defenderse Israel está llevando a cabo una limpieza étnica que ha causado cerca de 65.000 heridos y más de 26.000 muertos civiles, de ellos al menos 10.000 niños, al tiempo que ha obligado al desplazamiento forzoso del 85% de los 2,3 millones de habitantes de Gaza, que se encuentran en una ratonera mortal donde no llega apenas ayuda humanitaria. Y en todo momento ha tenido el apoyo incondicional de Estados Unidos y, más o menos explícito, de la UE.

Sudáfrica pidió, entre otras medidas, que se ordenara un alto al fuego, así como medidas cautelares para proteger contra daños adicionales, graves e irreparables a los derechos del pueblo palestino y asegurar el cumplimiento por parte de Israel de sus obligaciones, que son no participar en ese tipo de crimen, además de prevenirlo y castigarlo.

¿Qué ha ocurrido tras esta denuncia con la que Sudáfrica ha librado al mundo del oprobio de su pasividad?

Por una parte tanto Israel como Estados Unidos han reaccionado con la habitual ira injustificada.

Un portavoz del Ministerio de Exteriores de Israel he declarado que su país “rechaza con repugnancia la calumnia de sangre difundida por Sudáfrica y su demanda” porque “carece de base fáctica y jurídica y constituye una utilización despreciable y despectiva de la corte”.

Reincidiendo en su estrategia de acusar de antisemitismo y de cooperación con el terrorismo a todo el que le reproche sus acciones en Gaza, ha afirmado que Sudáfrica está cooperando con Hamás, y por parecidas razones ha descalificado al secretario general de la ONU, Antonio Guterres.

Es fácil imaginar las grandes presiones que sin duda ha recibido la CPI. Ellas explicarían que habiendo expresado que “algunas de las medidas reclamadas por Sudáfrica para el resguardo de los Derechos Humanos son plausibles”, no ha hecho un llamado explícito y directo a un alto al fuego inmediato.

Israel ha respondido a la resolución de la CPI prosiguiendo su genocidio con el amparo de Occidente y acusando de implicación con Hamás a 12 miembros del personal de la Agencia de Naciones Unidas para la Población Refugiada de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA).

La Agencia ha tomado medidas inmediatas, rescindiendo sus contratos a esos doce miembros y solicitando una investigación independiente y transparente, pero he aquí que sin esperar a esa investigación, y sin tener en cuenta que 12 trabajadores no representan a una Agencia que tiene contratados a 30.000, nueve países occidentales (EEUU, Canadá, Reino Unido, Alemania, Italia, Países Bajos, Suiza, Finlandia y Australia, a los que en seguida se sumó Francia) se apresuraron a anunciar que suspenden temporalmente su financiación a la UNRWA. Su comisionado, Philippe Lazzarini, les hizo saber lo que saben de sobra: que casi la totalidad de la población de la Franja de Gaza depende de la asistencia de la agencia para su mera supervivencia. “Muchos tienen hambre mientras el reloj avanza hacia una hambruna inminente”, indicó.

Hay que añadir que nada podría hacer Israel de lo que viene haciendo si Occidente no mantuviera un sesgo colonialista (según el cual los palestinos son el pueblo inferior colonizado), y si mantener el Estado sionista de Israel no fuera una necesidad geopolítica de Estados Unidos en su afán por seguir siendo dueño del mundo.

El caso es que una mayoría sigue viendo desde el patio de butacas cómo en el escenario se desarrolla el genocidio, algunos con agrado, otros con un inicial horror que se va convirtiendo en hábito, fatigados ya del espectáculo y pensando en sus cosas.

LAS DESIGUALDADES MATAN, ÚLTIMO INFORME DE OXFAN INTERMÓN

Con motivo de la Agenda de Davos del Foro Económico Mundial, Oxfan Intermón nos ha informado de que los diez hombres más ricos del mundo (9 estadounidenses y un francés) duplicaron su fortuna en los dos primeros años de pandemia, pasando de 700.000 millones a 1,5 billones de dólares (lo que significa que han ganado 1.300 millones al día).

Si bajamos un escalón para fijarnos en los simplemente milmillonarios, desde el inicio de la pandemia hasta ahora han aumentado su fortuna en cinco billones de dólares, más que en los últimos 14 años acumulados. “Se trata del mayor incremento de la riqueza de los milmillonarios desde que se tienen registros”, subraya dicho informe.

Entretanto han empeorado los ingresos del 99% de la Humanidad y han caído en la pobreza más de 160 millones de personas.

DOS TIPOS DE RIQUEZA PRIVADA

Hay un tipo de riqueza privada que no pasa de facilitar a sus dueños una vida de lujos. Re refiero a la que no pasa de unos pocos millones de euros. No es que esta riqueza sea fácil de justificar éticamente (sobre todo cuando es debida a herencia o se ha conseguido con poco esfuerzo mientras hay personas que viven trabajando mucho y con estrecheces), pero no es tan brutalmente dañina como la que maneja el conjunto de los milmillonarios.

Esta riqueza permite dominar y controlar el extenso imperio occidental y tiene tres efectos que suelen olvidarse: es causa de innumerables muertes y pobreza, hace imposible la democracia y contribuye decisivamente a la mala constitución mental de las poblaciones.

A mayor riqueza en manos privadas mayor pobreza social

La riqueza no es un hecho neutral, sino que está causalmente ligada con la pobreza a partir de esta idea elemental: que la riqueza de un país es la que es, de manera que si las leyes sobre la propiedad, el mercado y la fiscalidad permiten que algunos se lleven la mayor parte de la tarta, esas leyes están privando de buenos servicios públicos a millones de personas y condenando a otras muchas a la pobreza, a la enfermedad y a la muerte. Son leyes injustas.

Los “expertos” al servicio de la plutocracia han solido decir que la riqueza de un país no es una cifra independiente de su distribución, sino que aumentará si una gran parte de ella queda en manos privadas, con el resultado de que ese aumento acabará beneficiando a todos. Pero esta idea no sólo carece de fundamento, sino que ha sido falsada por los hechos una y otra vez. La riqueza en manos privadas está casi toda invertida en especulación y no sale de las manos del rico. Si fuera cierto que esa riqueza acaba beneficiando a todos no habría pobres, y sin embargo a mayor acumulación de riqueza en manos privadas, mayor pobreza de muchos.

Se alega también que la riqueza privada hace posible una filantropía cuyo mejor ejemplo es la Fundación Bill Gates, creada con la pretensión de arreglar los grandes problemas de la humanidad. Sin embargo el análisis detallado de esa Fundación lleva a la conclusión de que es una especie de farmacéutica enorme, acumuladora de propiedad intelectual, que favorece a Bill Gates gracias a los beneficios fiscales que otorgan las donaciones en Estados Unidos, de manera que buena parte de la factura corre a cargo de los contribuyentes. Y sobre todo: que esa Fundación obedece a la voluntad de un individuo, que decide por su cuenta qué problemas hay que arreglar, de qué forma y con qué medios, dándole así un poder adicional sobre los posibles beneficiarios. A lo que hay que añadir que tiene una efectividad pobre dados los grandes y numerosos problemas de las poblaciones mundiales que siguen sin solución.

Si la enorme riqueza que hay en manos privadas estuviera, como debería, en manos de los Estados, éstos podrían desarrollar iniciativas para que los servicios públicos (educación, sanidad, vivienda, alimentación, energía, erradicación de la pobreza, etc.) fueran de alta eficacia para todos, y podrían hacer inversiones productivas guiadas no por la codicia egoísta, sino por una racionalidad al servicio colectivo (incluidas las futuras generaciones).

Imposibilidad de democracia

Otro efecto demoledor de la acumulación de capital en pocas manos es que convierte a las democracias occidentales en toscos disfraces de la plutocracia real. Los dueños del capital disponen de poder para controlar la vida pública mediante el chantaje, la corrupción de jueces, políticos, periodistas e intelectuales (sea comprándolos, sea facilitando o impidiendo su progreso profesional), la propiedad de los medios de comunicación, plataformas digitales, bancos y grandes empresas, y la capacidad de financiar partidos políticos o destruirlos. Con todo ello tienen asegurada la legislación que les favorece y la capacidad para impedir la que les podría perjudicar.

¿Por qué nuestros Parlamentos han dictado leyes sobre la propiedad, el mercado financiero y la fiscalidad que facilitan el trasvase hacia los bolsillos de los más ricos de una gran parte de la riqueza creada por el trabajo de la mayoría? Precisamente porque esos Parlamentos están controlados de mil formas por los dueños del capital.

Y ello a dos niveles. Por una parte las oligarquías europeas controlan la política europea, pero ellas a su vez son controladas por la oligarquía estadounidense, con el resultado de que Europa no tiene política propia y se ve obligada a tristes papeles como súbdita del imperio. Así por ejemplo, en su momento tuvo que aceptar las medidas del capitalismo neoliberal que ha dejado a los Estados sin recursos y ha dado a las empresas privadas inmensos beneficios.

Las personas que afirman, o dan implícitamente por cierto, que vivimos en una democracia son ignorantes o personas de mala fe.

Poblaciones incapaces de reaccionar

El tercer efecto demoledor, y tal vez el más deprimente, es que los dueños del capital han conseguido, mediante su influencia en todo el entramado social y político, poblaciones cuyas mayorías tienen un alto nivel de ignorancia, condenadas al aislamiento frente a pantallas de teléfonos o TV, centradas en sus intereses de supervivencia, con miedo al futuro incierto, frustradas por no poder consumir lo que la publicidad les presenta como condición de felicidad, víctimas fáciles de los populismos fascistas.

Ésta es la causa de que esas mayorías no estén interesadas por hechos como los antes descritos, sino por los dimes, diretes y mentiras de las redes, chismes televisados de actores, toreros, deportistas o cantantes, infinitos concursos, hazañas de cocineros, modas, polémicas sobre árbitros de fútbol, noticias sobre qué mujer ha llegado más lejos en la estrategia de medio desnudarse para conseguir notoriedad, etc.

Cierto que hay gente que busca en los medios información sobre asuntos más influyentes, pero entonces lo más probable es que a cada paso vea confirmado que vivimos en una democracia, o que criticar a un juez es alterar la división de poderes y la independencia judicial, o que tienen trascendencia política las disputas entre partidos, o que las guerras y las desigualdades sociales son cosas lamentables pero irremediables, o que los problemas en sanidad, educación, juventud, vivienda, etc., admiten solución si se sigue el consejo de los expertos y se elige al partido adecuado. Será muy difícil que oigan o lean que esos problemas, u otros que tanto alarman, como el uso de la Inteligencia Artificial, la mentira en las redes o la pornografía que llega a niños y adolescentes, no pueden solucionarse mientras los medios de comunicación y las redes sociales sigan siendo de propiedad privada y los Parlamentos sigan controlados por el poder económico de las élites.

Valga un comentario sobre las plataformas digitales: en el Senado estadounidense se ha acusado a sus principales dueños de tener las manos manchadas de sangre. Pero seguirán siendo dueños de esas plataformas y haciendo con ellas lo que quieran, es decir, lo que les produzca más beneficios (que sin duda será lo que más destrozos cause a la población).

¿ACASO ESTAMOS CONDENADOS A NO HACER NADA?

Franc Cortada, Director General de Oxfan Intermón, ha lanzado un SOS: “Nunca ha resultado más urgente poner fin a unas desigualdades tan violentas y obscenas rompiendo con la acumulación de poder y de riqueza extrema de las élites. No hay marcha atrás, es el momento de impulsar medidas fiscales para redistribuir estos beneficios extremos y que se reintegren a la economía real para así salvar vidas”,

Como ejemplo, ha indicado que si se aplicara un impuesto excepcional del 99% sobre la variación de la riqueza generada desde el comienzo de la pandemia por los diez hombres más ricos, este impuesto serviría para producir suficientes vacunas para todo el mundo, financiar servicios de salud y protección social universales, lo que evitaría la muerte de 21.000 personas al día o una persona cada cuatro segundos. “Se trata de estimaciones conservadoras basadas en el número de muertes causadas a nivel global por la falta de acceso a servicios de salud, la violencia de género, el hambre y la crisis climática”, detalla. Ese impuesto excepcional serviría además para dotar de recursos las necesarias medidas de adaptación climática y reducir la violencia de género en más de 80 países.

Ahora bien, el mismo Franc Cortada ha reconocido que este impuesto excepcional no impediría que esos diez hombres siguieran teniendo 8.000 millones de dólares más que antes de la pandemia. Está claro, por tanto, que tal impuesto no sería la solución para evitar los tres demoledores efectos que se siguen de la acumulación de riqueza privada.

La única solución, y esto hay que tenerlo muy claro, no es subir los impuestos a los rico, sino acabar con esa riqueza privada que, por su propia lógica, acaba convertida en plutocracia. Sólo entonces la corrupción y el chantaje económico habrán disminuido extraordinariamente y la democracia no será un mero disfraz, sino una realidad sustantiva, en la que será posible legislar para que sean públicos y controlados socialmente medios y plataformas digitales, centros de enseñanza y grandes empresas que satisfacen necesidades básicas (banca, energía, agua, alimentación, farmaceúticas, comunicaciones).

Cierto que a esto no se puede llegar de momento, pero sólo por dos causas: porque los grandes poderes económicos lo impiden y porque las poblaciones no lo exigen con suficiente energía. La mayoría de la población admira y envidia la riqueza, tanto más cuanto mayor es, y nunca pretendería que se privase de su patrimonio a los que la han conseguido.

Por tanto, si se quiere que a esta solución se pueda llegar en el futuro, es preciso que previamente, desde ya mismo, se haga un trabajo incansable en el plano ideológico para convencer a más y más personas de que sólo ahí está la solución de los innumerables problemas que nos aquejan.

Y AQUÍ VOLVEMOS A LO DE SIEMPRE: ¿DONDE ESTÁ LA IZQUIERDA?

Parece evidente que es la izquierda la que debería estar metida en esa batalla ideológica, pero la izquierda ha desaparecido. Todo el espacio político está ocupado por la ideología conservadora (entiéndase bien, conservadora del desastre presente) y los partidos que se llaman de izquierdas (los que están a la izquierda del PSOE) no pasan de leves aspavientos socialdemócratas con los que blanquean al capitalismo.

Yolanda Díaz, por ejemplo, pretende crear un partido transversal que haga política evitando el ruido. Pero si hubiera un partido de izquierdas, que se empleara como tal en la batalla ideológica, no sólo provocaría ruido, sino estruendo, e inicialmente no podría gustar a la mayoría.

Un partido de izquierdas se habría preocupado de tener medios de comunicación e insertarse en las estructuras sociales, con sus escuelas infantiles en los barrios populares, con sus colegios concertados (¿por qué la educación concertada, que pagamos todos, está en manos de la derecha?) y sus círculos en barrios y pueblos. Y ese partido insistiría día a día, con datos, argumentos y mesura (quiero decir sin desprecios ni insultos a nadie), en las verdades básicas para convencer de ellas a cada vez más ciudadanos, algo imprescindible si se quiere que sea posible algún cambio profundo en el futuro.

SÓLO LOS PARTIDOS DE IZQUIERDA DISPONEN DEL ARMA MÁS EFICAZ, PERO HACE DECENIOS QUE NO LA USAN

Ese arma es la verdad, no me cansaré de repetirlo. Todos los partidos procapitalistas están afiliados, en mayor o menor medida, a la mentira, porque no pueden decir “somos representantes de los que os explotan” y tienen que ocultarlo mintiendo de mil formas.

El poder de la verdad es tan grande que el que no la practica está obligado a fingirla. Y aunque la gente se deja engañar fácilmente por los mentirosos, no queda tan plenamente convencida como cuando oye verdades. Toda la población explotada está deseando oír verdades aunque lleve muchos decenios sin oírlas, desde que el PCE, por la torpeza o el interés de sus líderes (que luego fueron derivando hacia la derecha socialdemócrata o más allá, recuerden el caso de Tamames) se afilió al eurocomunismo.

Si quiere hacer algún comentario, observación o pregunta puede ponerse en contacto conmigo en el siguiente correo:

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