Quisiera escribir en este blog con alegría y esperanza, quisiera comentar noticias buenas o al menos divertidas, incluso desastres pero dentro de un mundo que pudiera reconocerse como estable y duradero.
Es muy tentadora la metáfora del barco que ha empezado a hundirse mientras los pasajeros bailan al son de una música pensada para buenos tiempos. Es una metáfora que utilicé en este blog y que me va pareciendo más realista conforme el tiempo pasa. Sigue sonando la musiquilla y callan quienes deberían advertir a los pasajeros.
Las canciones son muchas: que si se reúne Pedro Sánchez con los de Bildu y los de Junts, que si Pedro Sánchez es un filoetarra que vende la patria a los que quieren destruirla, que si Aitana puede bailar como quiera, que si su baile es indecoroso, que si los votos de Sumar no serán gratis, que si lo peor que puede ocurrir es que gobiernen el PP y Vox, que si hay que dar el ministerio de Igualdad a Irene Montero, que si la inflación se está haciendo insoportable, que cómo pueden controlar las familias que sus adolescentes no se eduquen sexualmente en la pornografía de las redes, que tal o cual líder ha dicho esta o aquella barbaridad, que si una ley de amnistía cabe o no cabe en la Constitución, que si esto o aquello pone en peligro nuestra democracia, que si la empleada de Planeta Sonsoles Ónega gana el premio Planeta, que si a la cena del premio asiste Yolanda, que si la UE estará o no de acuerdo con esto o con aquello.
No digo que estas cosas no sean importantes y merezcan comentarios, pero es que entretanto el barco se va hundiendo y de esto nadie avisa, nadie dice nada.
LOS COMPONENTES DEL ICEBERG
Con la metáfora del barco me refiero al mundo capitalista. El barco capitalista se está hundiendo porque ha chocado con un iceberg que tiene componentes políticos, económicos y sociales.
Estructuras políticas ficticias
Un gran problema del capitalismo es que su democracia es falsa y en consecuencia es falso el continuo discurso público que intenta legitimarla.
Hasta que los filósofos ilustrados difundieron los ideales de libertad, igualdad y fraternidad el poder absoluto se legitimaba mediante ideas religiosas. Esa era la gran mentira fundacional, la religión, a partir de la cual todo estaba claro y no había por qué disimular.
Cuando se quiso hacer compatible la explotación de la mayoría social con los ideales ilustrados, los teóricos al servicio de las élites tuvieron que inventar una democracia en la que esos ideales pudieran invocarse a cada paso, pero sin peligro de que se realizaran (eso hubiera supuesto el fin de las oligarquías que dirigieron el proceso, ver aquí).
El capitalismo es una dictadura, la dictadura del capital disfrazada de democracia. Se nos dice que en una democracia la población elige con sus votos a parlamentos y gobiernos, pero resulta que la opinión pública se modela desde medios de comunicación controlados por el capital, que además dispone de redes de corrupción que sólo están al servicio de quienes tienen dinero suficiente. Y por si fuera poco se han diseñado leyes electorales que favorecen parlamentos y gobiernos conservadores, los cuales actúan a favor de los intereses de las grandes corporaciones y están obligados a ocultar esa supeditación. Aún más: si, pese a tantas trabas, consigue llegar al poder un partido anticapitalista se anula ese resultado con alevosía, caso de Syriza en Europa. Los votos sólo valen mientras los ciudadanos voten “lo adecuado”.
Tal realidad genera un ambiente de mentira, disimulo y cinismo como nunca antes se había conocido a lo largo de la historia. Las peores mentiras no son las noticias falsas que circulan por las redes. Son sobre todo las frases respetables y solemnes.
Esta hipocresía no sólo funciona para uso interno. También en la relación con los países del entorno, como deja claro el comportamiento de la UE con la inmigración. El trasfondo de supremacismo blanco racista emerge a cada paso. En palabras de Borrell, la Unión Europea es un cuidado jardín rodeado de jungla presta a invadirlo.
Libertad, igualdad y fraternidad.
La población que requiere el sistema
Para que las ideas legitimatorias de la falsa democracia hagan su efecto, siendo como son mentirosas, es necesario que la mayoría de la población se encuentre en un estado de postración intelectual que dificulte el sentido crítico. Conseguir poblaciones mayoritariamente ignorantes es fácil si se dispone del control de los medios de comunicación y de los sistemas educativos.
Los medios de comunicación se presentan como libres, pero naturalmente están controlados por sus dueños, los dueños del capital, y se enredan a cada paso en contradicciones y mentiras para disfrazar intereses ocultos.
Añadamos que el baño semántico permanente desde que se nace es el de la publicidad, destacada fábrica de valores, a la que hay que añadir el efecto de las redes sociales. Las plataformas digitales son, por exigencias del sistema, de propiedad privada, y por tanto también sometidas a las decisiones de sus dueños.
Elon Musk, como dueño de X (antes twitter) ha decidido cambiar la forma en que se jerarquiza la información, dando prioridad a los usuarios de pago en la difusión de los mensajes y en la aparición en los comentarios, y permitiendo monetizar el contenido por impactos. Esto incentiva contenidos que atraigan mucha atención y que son, a falta de filtros, los que multiplican el discurso de odio en la red y el nivel de mentiras oportunistas. Todo esto se va haciendo tan insoportable que Thierry Breton, Comisario Europeo de Mercado Interior y Servicios, ha reclamado a Musk que cumpla sus obligaciones controlando la difusión de odio y mentiras desde X, y Musk ha respondido desafiando a la autoridad europea.
La escuela entretanto está diseñada para la inserción de sus alumnos en el sistema productivo a diferentes niveles de capacitación. Fracasa como dispensadora de valores sociales y de sentido crítico. Si por excepción alguna escuela intentara difundir algo de esto, sería en seguida acusada de adoctrinar.
Estructura económica disfuncional
Otro componente del iceberg es el sistema económico capitalista, irracional e injusto y por eso a la larga disfuncional, sobre todo si tiene que enfrentarse a una alternativa preferible. Está gobernado por los encontrados intereses a corto plazo de élites codiciosas, que controlan el mercado y que demonizan la intervención del Estado ¡en nombre de la libertad! No hay un plan racional ni un órgano público encargado de realizarlo, situación agravada desde que Estados Unidos impuso el llamado neoliberalismo económico, que ha ido liquidando las políticas socialdemócratas (la forma menos agresiva de capitalismo) con efectos sociales brutales, generando pobreza en capas crecientes de la población mientras unas minorías voraces se han hecho cada día más ricas. Si añadimos la inestabilidad laboral, el futuro incierto y la frustración por estar lejos del nivel de consumo que predica la publicidad, a la ignorancia de la población podemos añadir egoísmo, frustración, resentimiento y miedo.
La torpeza de las minorías dominantes consiste en no haber comprendido que, manteniendo este sistema económico, poco podrá hacer el mundo capitalista frente a sistemas como el chino o el indio, de economía centralmente ordenada mediante planes cuyo cumplimiento controla el gobierno, y cuyas dosis de racionalidad y justicia social (China, por ejemplo, ha acabado con la pobreza en un país de 1400 millones de habitantes) superan con mucho a las del capitalismo.
Ocurre lo mismo en el ámbito internacional. Frente a la rapiña y el permanente recurso a la violencia a que obliga el capitalismo, los chinos han propuesto las inversiones de la Ruta de la Seda, que benefician mutuamente de manera más equitativa.
Emerge necesariamente el fascismo latente
La población que interesa a las élites explotadoras es una población sin futuro. Con ella es inevitable que, en un ambiente de desmoralización colectiva, las crecientes desigualdades impidan cualquier posibilidad de concordia y conviertan una gran parte de la disconformidad en fascismo.
El extremismo de derechas es una de las principales amenazas para la UE según Europol, la agencia europea de cooperación policial, y esa amenaza aparece continuamente en los noticieros.
Un día se nos cuenta que la policía investiga un wasap de jóvenes de instituto que contiene comentarios homófobos, proclamas franquistas, referencias a la venta de droga y porno repulsivo.
Otro día nos dicen que el líder de Vox reivindica en un twit la ejecución de los extranjeros que matan, aunque sean españoles, o sea, migrantes, y antes de que maten. “Hay que abatirles, sí, a todos los desalmados que traen odio, dolor y muerte. Y a ser posible hay que abatirles antes de que maten a un solo inocente. En Barcelona, en Bruselas o en Israel. Pero antes hay que impedirles entrar, y hay que hacer responsables a quienes les han abierto las puertas”.
Leemos que Combat 18, el grupo nenonazi desarticulado en Catalunya, con ramificaciones en varias ciudades, insiste también en que hay que mandar a “todos los no blancos de vuelta a África, Asia, Arabia, vivos o en bolsas para cadáveres”.
Tales episodios se interpretan generalmente como si fueran un problema que tiene remedio, cuando son el síntoma de una enfermedad terminal, que no consiste en que pueda llegar al poder un partido fascista. Eso es el aspecto superficial. El aspecto profundo es la expansión del odio que divide a la población, de manera progresivamente nítida, en partes incompatibles.
El avance del fascismo no molesta a las élites económicas, por el contrario lo promueven pensando que es un arma que pueden utilizar a su favor si fuera necesario. No se dan cuenta de que va haciendo inviable el futuro, pues para que una sociedad persista a lo largo de generaciones, para que el barco no se hunda, es imprescindible que se compartan unas normas morales y racionales efectivas, tanto en las relaciones internas como con el resto del mundo.
No tienen futuro sociedades escindidas en dos partes que se odian. Y la causa de ese odio no son los mensajes de odio vertidos en las redes, esos mensajes son la consecuencia.
DOS GUERRAS QUE NOS DESENMASCARAN
Me voy a referir a Palestina y Ucrania como ejemplos del papel que el llamado Occidente está jugando en el mundo y hasta qué punto ese papel destruye el poco prestigio y futuro que le quedaba. Hasta qué punto ese papel forma parte del iceberg.
¿La guerra de Putin?
Donetsk y Lugansk decidieron en sendos referendos unirse a Rusia, y Estados Unidos, en su afán de utilizar a Ucrania contra Rusia, no admitió el resultado alegando falta de garantías. ¿Sería razonable repetir esos referendos con todas las garantías y controles internacionales? Sin duda, pero en lugar de apoyar esta medida sensata, Estados Unidos ha instigado y financiado una guerra que durante siete años ocasionó catorce mil muertos en la población del Dombás, a la que Rusia se sentía obligada a defender. Y vino luego el intento de que Ucrania entrara en la OTAN.
Para no repetirme me remito a lo escrito aquí y aquí sobre las circunstancias que explican la invasión de Ucrania por Rusia.
Lo que ahora me interesa destacar es que esas circunstancias, indispensables para entender el conflicto, han sido celosamente ocultadas por los medios de comunicación influyentes occidentales. Su propaganda revela que ya se ha renunciado sin pudor a guardar las apariencias. Políticos y comentaristas no se han cansado de definir esa guerra como la guerra de Putin, de un criminal loco, mientras fuera de nuestro desprestigiado círculo occidental, a lo largo del mundo, la mayoría sabe de sobra que esta guerra no es la de Putin, sino un episodio de la guerra que mantiene Estados Unidos contra China para sobrevivir como dueño del mundo.
Un control férreo de los medios de comunicación, una brutal presión sobre cualquier disidencia, ha impedido que se aborde con objetividad la invasión de Ucrania por Rusia. Se ha presentado a Ucrania como un país de luchadores heroicos por la libertad, omitiendo que es un Estado fallido desde la caída de la URSS, caracterizado por un nivel altísimo de corrupción, con predominio de ideología nazi en unas zonas y en otras con una amplísima mayoría que no se considera ucraniana sino rusa.
Y todo esto se ha hecho en Europa para secundar a Estados Unidos en una empresa que puede interesar a su hegemonía mundial, pero no a las poblaciones europeas. Nada perderán esas poblaciones (aunque sí sus élites económicas y políticas) porque Estados Unidos deje de ser el amo del mundo. Por el contrario, ganaremos mucho en un mundo multipolar como el que promueven los BRICS+. Sin embargo los dirigentes europeos siguen insistiendo en que hay una amenaza rusa de la que Europa sólo se librará si secunda a Estados Unidos en su apoyo a Ucrania mediante una fortalecida OTAN. ¿No sería lo correcto que la UE intentara mediar para conseguir una paz satisfactoria para todas las partes? Sí, pero el amo lo impide. ¿Solución? Mentir, mentir, mentir…, e irse hundiendo más y más.
Israel-Palestina
La desvergüenza mostrada en la guerra de Ucrania ha llegado aún más lejos al describir y evaluar la acción bélica de Hamás y la desproporcionada reacción del Estado de Israel.
Hay hechos que nadie debería ignorar.
Palestina era un territorio habitado por palestinos bajo control británico cuando a mediados del siglo XX una ONU dominada por los vencedores de la segunda guerra mundial decidió su partición en dos Estados, árabe e israelí.
Su partición supuso una enorme tragedia para muchos palestinos que perdieron sus propiedades y residencias y fue un caso de colonialismo de asentamiento, que consiste en que un gran número de colonos se asienta en un territorio ajeno para discriminar, desplazar y aniquilar a la población nativa. Este colonialismo es inseparable del racismo y de la deshumanización de los pueblos colonizados y ya había sido anticipado cuando Theodor Herzl defendía a fines del siglo XIX la creación de un Estado judío en palestina diciendo: “Para Europa constituiríamos allí un lienzo de muralla contra Asia; seríamos el centinela avanzado de la civilización contra la barbarie”, idea que repiten quienes dicen hoy que defender a Israel es defender a Occidente y a la democracia.
Tras la expulsión de palestinos de su tierra hubo naturalmente protestas que Israel, apelando a su derecho a defenderse, ha venido aprovechando para privar a los palestinos de derechos fundamentales e ir ocupando parte del territorio que inicialmente se asignó a éstos.
Ha convertido la Franja en una gigantesca cárcel a cielo abierto que encierra a más de dos millones de personas y la ha condenado a un bloqueo total que, como saben todos los comentaristas que lo callan, va contra el derecho internacional humanitario. Gaza lleva 16 años bloqueada, sitiada y bombardeada, con cortes de suministros esenciales de forma periódica al arbitrio de su ocupante militar. Antes del último ataque de Hamás la Organización Internacional de la Salud había documentado al menos 48 ataques israelíes contra la asistencia sanitaria en Gaza con 12 trabajadores sanitarios muertos en pleno servicio, 20 heridos, y daños en 19 instalaciones sanitarias y 20 ambulancias.
De la misma manera Israel administra Cisjordania militarmente por medio de un sistema colonial de apartheid condenado por la Organización de Naciones Unidas, e impulsa la intrusión y asentamiento de colonos judíos custodiados por el Ejército regular, cuyos pogromos producen continuas muertes de jóvenes en acciones represivas, y fragmentan el territorio impidiendo la libre movilidad de los palestinos.
El Estado de Israel ha incumplido una tras otra resoluciones de Naciones Unidas, sobre todo la 242 de1967, que le exigía la devolución de los territorios ocupados en Palestina tras la guerra de los seis días y el reconocimiento de un Estado palestino. El Estado israelí es el que más condenas de la ONU ha recibido, a las que no hace caso fiado de la impunidad que le otorga su poderoso defensor, Estados Unidos, que al mismo tiempo que habla de la solución de dos Estados acepta el apartheid y apoya a Israel de manera incondicional en todas sus infracciones del derecho internacional, también en el Consejo de Seguridad vetando resoluciones condenatorias. La semana pasada fue el veto a la resolución presentada por Brasil para declarar pausas humanitarias en los combates en Gaza y condenar los ataques a los civiles por ambas partes en conflicto, Israel y Hamás.
¿Razones de este comportamiento impresentable? La potencia del lobby judío y la presión de la opinión pública estadounidense, pero sobre todo razones geoestratégicas. Israel es la punta de lanza del poder político-militar de Estados Unidos en una zona llena de problemas, pero cuyo control le resulta indispensable.
Cada vez que este comportamiento ha aumentado demasiado la tensión con el mundo musulmán, Estados Unidos ha intentado rebajarla a base de obligar a Israel a firmar pactos con los palestinos, pero Israel los ha incumplido para continuar con su política de ocupación ilegal. Y el apoyo incondicional (político, económico y militar) de Estados Unidos no ha decaído.
El derecho a defenderse
Atendiendo a estos hechos ¿no son los palestinos, y no el Estado de Israel, los que tienen derecho a defenderse? Numerosas resoluciones de la Asamblea General de la ONU (de 1973, 1974, 1980, 1982 y 1990) reafirman la legitimidad de la lucha de los pueblos por liberarse de la dominación colonial y de la subyugación extranjera por todos los medios disponibles, incluida la lucha armada.
Cierto que el derecho internacional a defenderse contra el colonizador no cubre la violencia generalizada contra civiles indefensos. Ahora bien, la lucha armada de los palestinos, cuyo poder militar es muy inferior al de Israel, no puede ser la propia de un ejército que cuenta con tanques, aviación, buques de guerra, lanzamisiles y tecnología para neutralizar los ataques enemigos. Tienen que utilizar otros medios, y entonces se los acusa de terroristas. Hamás, que a su inicio fue apoyado por Israel como modo de dividir a los palestinos, es ahora un grupo terrorista porque así lo ha decidido Estados Unidos, mientras que el Estado de Israel tiene derecho a replicar desproporcionadamente cuando le atacan los que están siendo atacados por él. En la propaganda israelí, que Estados Unidos y Europa aceptan cínicamente, Israel queda convertido en víctima siendo un implacable victimario.
La reacción de Hamás
En este contexto ha ocurrido el ataque inesperado de Hamás a Israel con la muerte de numerosos civiles indefensos, incluidos niños.
Lamentar las muertes de inocentes, sobre todo si son niños (tanto judíos como palestinos), es una reacción inevitable en toda persona compasiva y no orientada por el odio a las víctimas.
Pero una cosa es sentir dolor y otra hacer condenas. Alba Rico, en Público de 19 pasado, pide a la izquierda pro-palestina “que no tenga la menor vacilación ni muestre la menor reserva a la hora de condenar los crímenes de guerra de Hamás, porque son condenables en sí mismos, porque mediante ellos los palestinos se equiparan moralmente al ocupante y porque es nuestro deber denunciar toda violación del derecho internacional allí donde se produzca. Los dobles raseros de la izquierda no son más legítimos que los de la derecha; los dobles raseros son siempre de derechas.”
Sin duda los efectos de la acción de Hamás son horribles, pero no tiene sentido pedir, desde la comodidad lejana, que se condene al que está cansado de sufrir sin esperanza, y menos sentido tiene advertirle de que si se excede se equipara moralmente al verdugo.
Habría doble rasero si se juzgara de distinta manera por los mismos hechos. Pero aquí los hechos de Israel y de Hamás no son los mismos. Si ante el horror presente queremos hablar de culpables y hacer condenas, hemos de hablar de quienes idearon y vienen defendiendo el contexto sociopolítico que hace inevitable el genocidio de Israel y la violencia con que los palestinos puedan responder. Y ahí tenemos, como responsables, al Estado de Israel, a Estados Unidos y a Europa, no a Hamás.
Hamás puede alegar que mientras la resistencia al apartheid y a la colonización cruel se hacía a base de pedradas sólo se consiguió que aumentara desproporcionadamente el número de víctimas palestinas.
La réplica de Israel y sus efectos
Israel ha reaccionado de manera brutal. Ha decidido que la población del norte de la Franja de Gaza debe trasladarse al sur si no quiere ser responsable de ser bombardeada. Al mismo tiempo lanza misiles y bombas continuamente sobre la población civil y ha cortado los suministros de agua, electricidad, petroleo y medicinas imprescindibles para la vida cotidiana, pero también para hospitales donde hay miles de heridos y enfermos. Y justifica esta reacción porque, como ha dicho el ministro de Defensa de Israel, los terroristas de Hamás son “animales humanos” y es de suponer que para él también lo sean los miles de civiles palestinos sacrificados.
Esta respuesta enloquecida ha generado en el mundo musulmán y en muchas ciudades occidentales repulsas masivas, y algunos países de la zona han amenazado con intervenir si Israel persiste en sus crímenes de guerra y en su genocidio.
El ministro iraní de Exteriores, Hosein Amir Abdolahian, ha declarado en una rueda de prensa en Beirut, donde se encontraba de visita, que “los líderes de la resistencia en la región están extremadamente unidos, contemplan todos los escenarios, están preparados y tienen los dedos en el gatillo listos para disparar”, añadiendo que, en caso de inactividad de la comunidad internacional, la repuesta se dará en el momento oportuno, en el momento que decida el movimiento de la resistencia.
La reacción occidental
1. Ante esta perspectiva Biden se vio obligado a hacer público el domingo 15 de octubre un discurso que tenía escrito cuatro días antes, pero que mantenía en reserva a la espera de acontecimientos. En ese discurso ha advertido a Israel que invadir la Franja sería un gran error. Pero ha asegurado que Israel tiene derecho a perseguir a Hamás, al que llama “grupo de cobardes” que se esconde detrás de civiles y que por ello es el culpable de que mueran civiles por bombardeos israelíes.
Pese a que los gazatíes llevaban una semana sin recibir alimentos, combustible, electricidad o agua, Biden se ha limitado a decir que está negociando un corredor humanitario en la zona que permita la salida de civiles y que se introduzcan suministros humanitarios.
Al ser preguntado sobre si EEUU está dispuesto a enviar tropas a esta guerra, ha considerado que no cree “que sea necesario” porque Israel “tiene una de las mejores fuerzas de combate”, lo que deja claro que no enviaría tropas para defender a los palestinos, sino para atacarlos. De momento, por si acaso, ha enviado a la zona dos portaaviones, cruceros y destructores.
Estados Unidos tratará de no mancharse las manos de sangre mientras pueda utilizar a ucranianos e israelíes en su gran lucha por mantenerse como dueño del mundo. Naturalmente, no dice que esa lucha tenga tal finalidad, sino la de derrotar a los “aniquiladores de democracias”, que así ha llamado a Hamás y a Putin.
Por ahora Estados Unidos se limitará a intimidar militarmente y a dar dinero y respaldo incondicional a Israel y a Ucrania, más de 100.000 millones de euros de “asistencia urgente”, que dejan claro el estado de alarma en que Estados Unidos vive. “Punto de inflexión en décadas” así llama Biden al hundimiento del barco.
2. Ha ocurrido algo parecido con la reacción de la UE. Las manifestaciones pro Palestina se han prohibido en Francia, Alemania y Reino Unido y el gobierno británico ha advertido que ondear la bandera palestina puede ser delito. Los principales dirigentes de la UE han condenado enérgicamente el ataque de Hamás sobre la población civil israelí, pero no han tenido la misma contundencia con los bombardeos de Israel sobre la población civil palestina ni con la decisión del Gobierno de Netanyahu de cortar todo suministro a unos civiles que están sufriendo una situación de asedio. Las mismas voces europeas que clamaban al cielo cuando era Rusia la que destruía centrales eléctricas de Ucrania callan cuando es Israel quien priva de energía eléctrica a la Franja. Von der Leyen ha condenado enérgicamente el “atentado terrorista” de Hamás y ha insistido en el derecho de Israel de defenderse olvidando advertir que esa defensa debe respetar el derecho internacional y los derechos humanos, siendo así que parece necesario hacerlo (Borrell lo ha hecho) porque Israel no los respeta. Por si fuera poco viajó a Israel para mostrar su solidaridad con un Estado criminal.
El pasado día 20 la Feria de Frankfurt, el evento editorial más importante a nivel internacional, ha cancelado la entrega del Premio LiBeraturpreis 2023 a la autora palestina Adania Shibli por su novela Un detalle menor, obra en la que narra la vida en Palestina bajo ocupación militar israelí. Una carta abierta, firmada por más de 350 autores advierte a sus organizadores que tienen “la responsabilidad de crear espacios para que los escritores palestinos compartan sus pensamientos, sentimientos y reflexiones sobre la literatura en estos tiempos terribles y crueles, no cerrarlos”.
La contribución económica de la UE a unos y otros también la delata. 77.000 millones de euros invertidos en ayuda económica, humanitaria y también militar para Ucrania contra la opresora Rusia, frente a los 691 millones de ayuda a Palestina, que no se entregan como ayuda contra el opresor Israel, sino como ayuda al desarrollo, y que además un comisario húngaro de la Unión Europea intentó bloquear hace apenas unos días.
VOLVAMOS AL COMIENZO
A partir de la segunda guerra mundial, olvidados de nuestro pasado de mercaderes de esclavos, de colonizadores ladrones y genocidas, de causantes de guerras locales y mundiales, los europeos hemos tendido a vernos como civilizadores representados por nuestros filósofos ilustrados, por nuestra ciencia y tecnología, por nuestro bienestar social y por nuestro respeto a las normas internacionales y a los derechos humanos. La UE era el lugar con que soñaban muchos de los sometidos a dictaduras y pobreza.
Hemos perdido nuestro crédito. Los países a los que colonizamos no creen que les hiciéramos un favor. Rusia se ha apresurado a replicar a Borrell que el jardín “se construyó saqueando la selva del resto del mundo durante el régimen colonial”.
Debería estar claro para todos que la UE es una unión de mercaderes secundarios, con dirigentes que obedecen al amo americano en perjuicio de las poblaciones a las que dicen representar, y con masas estólidas lastradas por numerosos reflejos de supremacismo blanco, a las que se pastorea muy fácilmente con los medios de comunicación y con las mil pantallas que atraen a cada persona para aislarla de las demás. No vemos que las poblaciones europeas clamen masivamente contra los políticos que las traicionan. Casi nadie quiere darse por enterado de nada y mucha gente cree que no hay cosa mejor que seguir bailando. Y mientras, se hunde un barco que no merece seguir flotando.
UNA NOTA FINAL
Sólo para alegrarme de que haya periódicos digitales que han aportado información veraz, de que haya gentes que se han manifestado contra Israel y contra Estados Unidos a favor de los palestinos, y de que Ione Belarra haya dicho verdades y haya hecho exigencias a las que otros políticos no se atreven, menos si pertenecen a un gobierno de la UE. Lástima que a su condena a Israel no haya añadido la misma condena al apoyo incondicional de Estados Unidos y la UE.