Los Estados-cloaca
Andan tertulianos y comentaristas muy escandalizados, y muy preocupados, ¡oh qué preocupados andan!, por la frecuente aparición en los medios de nuevos episodios malolientes en los que están involucrados comisarios de policía, ministros y hasta presidentes de gobierno. Las cloacas del Estado, dicen, y añaden que hay que acabar con ellas para que nuestra democracia brille como lo que es, una democracia plena.
¿Acaso personas tan preocupadas no saben que los Estados son cloacas intercomunicadas, las occidentales a las órdenes de la estadounidense, componiendo la Gran Cloaca sobre cuya superficie se ejecuta una farsa? Casi todo el funcionamiento de esos Estados debe mantenerse en secreto porque huele mal. Y es que mientras el argumento de la farsa dice que los representantes elegidos por el pueblo legislarán y gobernarán en su nombre y beneficio, con respeto a la justicia y a los derechos humanos, en realidad han de integrarse en una injusta maquinaria de hacer daño contraria a todas las proclamas públicas.
Bajo la superficie del escenario, en la Gran Cloaca se dirime en secreto de qué manera va a proseguir la inicua explotación y dominación a que estamos sometidos, de qué manera se va a acabar con cualquier oposición que brote en el espacio público de las instituciones, de qué manera se va a conseguir que la izquierda electoralista actúe al servicio del sistema mientras se la deja que crea y diga que actúa para resolver los problemas de la gente.
¡Qué divertido tiene que ser para los amos, los que envían sus instrucciones y órdenes a la Gran Cloaca, observar a tanta gente preocupada por la salud de la democracia! Seguro que se tronchan.
Los tertulianos, editorialistas y colaboradores en los medios conocen de sobra, supongo, el libreto: aunque para los amos es preferible ejercitar su codicia a lo bestia, en la forma neoliberal, si no hay más remedio están dispuestos a algunas concesiones propias de la socialdemocracia (como las que prometió Biden hace poco o como las que ha hecho la CEOE a Yolanda Díaz). Pero guardan siempre un as bajo la manga: si su codicia sin freno genera descontentos peligrosos, entonces hay que quitarse el disfraz y emplear la violencia, para lo que disponen de policías, ejército y partidos de extrema derecha. Es si llega ese momento cuando será Vox realmente peligroso.
Entretanto, ocultando la verdadera historia, ¡qué honorable es todo, si no fuera por el garbanzo negro de ese comisario Villarejo…! Y qué pelmas los conspiranoicos, que ven secretas conspiraciones por todas partes.
¿Por qué no se impone en el mundo la tasa Tobin?
Un ejemplo del funcionamiento de la Gran Cloaca: ¿acaso los gobernantes nos explican por qué no proponen y ejecutan la solución a mil problemas graves, solución que está al alcance de la mano mediante la tasa Tobin? En realidad nunca nos explican nada, porque la explicación acabaría con la comedia. Sustituyen la explicación por palabras huecas.
Puesto que el PP sigue con la murga de la bajada de impuestos, con la misma insistencia la izquierda debería decir que, por supuesto, hay que bajar los impuestos a las clases medias y acabar con los impuestos indirectos sobre artículos que todo el mundo necesita. Pero que a cambio hay que subir sustancialmente los impuestos a los ricos y a los beneficios de las grandes empresas.
¿Cómo es que la izquierda no repite esto machaconamente? Sencillamente, porque sabe que no podría cumplir el programa de bajar significativamente impuestos a los de abajo y subirlos significativamente a los de arriba. Y sabe además, y eso le da pánico, que por sólo proponerlo tendría un castigo mediático insoportable del que no se podría defender, porque no tiene con qué.
Pero lo peor es que hay otra respuesta mucho más fuerte que la izquierda calla: la de eliminar todos los impuestos, sean directos o indirectos.
Recordemos que James Tobin propuso una tasa global a las operaciones puramente especulativas (las de corto plazo y las realizadas sobre las divisas y los derivados financieros) y que a esta propuesta se adhirió más tarde la organización ATTAC del movimiento antiglobalización.
Dejando aparte que lo adecuado sería que la tasa Tobin fuera inaplicable por inexistencia de ricos y de enonomía especulativa (ojalá algún día lleguemos a ese mundo ideal), entretanto, en el mundo en que vivimos, resulta racionalmente inexplicable que esa tasa no esté funcionando.
Tomo los siguientes datos de un artículo del economista Juan Torres López (en Público el 17 del pasado diciembre):
En ese mes el Banco Internacional de Pagos calculó las transacciones financieras mundiales en una cifra total de 14.937 billones de dólares (billones españoles, es decir, millones de millones).
En cambio el PIB conjunto de todos los países del mundo no pasó, según datos del Banco Mundial, de 84,6 billones de euros. O sea, que el volumen de transacciones financieras especulativas ¡fue 176 veces mayor que el de la economía real!
A su vez, los gastos de todos los gobiernos del mundo, según las estimaciones del Fondo Monetario Internacional, sumaron 35,6 billones de euros en 2020, a los que hay que añadir unos 17 billones de dólares gastados para hacer frente a la pandemia.
Esto quiere decir que sería suficiente una tasa del 0,24% sobre las transacciones financieras para cubrir los gastos de todos los países del mundo, a lo que habría que añadir el 0,11 % para gastos derivados de la pandemia.
Añadamos a esto que según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y Desarrollo (UNCTAD), para conseguir los Objetivos del Milenio (cubrir las necesidades básicas de la población mundial), se necesitarían entre cinco y siete billones de dólares anuales hasta 2030. Así que, tomando la cantidad más grande, se podrían conseguir esos objetivos con una ínfima tasa del 0,04%, es decir, de 4 céntimos por cada 100 dólares de transacción financiera.
Finalmente, un informe de Naciones Unidas estimó en 2015 que serían necesarios 267.000 millones de dólares anuales hasta 2030 para acabar con el hambre que provoca diariamente la muerte de más de 25.000 personas. Si redondeamos hasta 300.000 millones, se podrían financiar con una tasa del 0,002 por ciento (2 céntimos por cada 1000 dólares de transacción financiera).
En total 39,2 céntimos por cada 100 dólares que bastarían para suprimir todos los impuestos directos e indirectos, para que los Estados no tuvieran que acudir a la deuda, para conseguir los Objetivos del Milenio y para acabar con el hambre en el mundo, además de eliminar una de las causas de la emigración a la que respondemos con reacciones tan brutales como la ejecutada por el ejército de Marruecos en Melilla, esa que tan adecuada ha parecido al presidente de nuestro gobierno.
A la vista de estos datos Juan Torres se pregunta cómo se puede decir constantemente que no hay dinero en el mundo para financiar la alimentación, la salud, la educación, la vivienda, los cuidados, las pensiones, las infraestructuras, la seguridad… que necesitamos todos los seres humanos del planeta, porque no hay escasez de dinero, hay miseria de voluntades y un egoísmo atroz por parte de quienes manejan los resortes del poder en el planeta. “Los datos que acabo de presentar -concluye Juan Torres- muestran que vivimos en un sistema que crea la penuria artificialmente. Y lo hace así porque solo se puede tener dominada a la inmensa mayoría de la población si se la mantiene bajo la esclavitud de la ignorancia, la insatisfacción y la deuda.”
Volvamos al principio: esta solución al gasto público, a los impuestos y a la deuda queda frenada en la gran cloaca mundial, de la que salen además las instrucciones para que de esa solución ni siquiera se hable en las instituciones y en los medios, y en cambio se afirme a cada paso que puesto que no hay dinero para servicios públicos, hay que acudir a los privados.
La OTAN y China
1. Seguimos hablando de la Gran Cloaca si decimos que Madrid se ha convertido en el escenario teatral de una farsa titulada “Cumbre de la OTAN”. Se ha pretendido fingir que es una cumbre entre iguales aunque el protocolo ha dejado claro quién representa a los amos-amos (a las oligarquías económicas estadounidenses) y quiénes representan a los amos-vasallos (a las oligarquías económicas europeas).
La comedia ha terminado con una definición del concepto estratégico de la OTAN, naturalmente diseñada por EE. UU., a la que los gobiernos europeos han dicho “sí, bwana” sin discutirla en sus Parlamentos.
En esa “definición” se nos dice que la OTAN debe protegerse de actores autoritarios y malignos que en el ciberespacio y el espacio promueven campañas de desinformación, instrumentalizan la migración, buscan degradar nuestra infraestructura crítica, interferir con nuestros servicios gubernamentales, extraer inteligencia, robar propiedad intelectual e impedir nuestras actividades militares. Y manipulan y emplean el chantaje económico en un esfuerzo deliberado por socavar las normas e instituciones multilaterales y promover modelos autoritarios de gobernanza. Ahí queda eso.
Ni que decir tiene que los actores autoritarios y malignos son ante todo Rusia y China.
De Rusia se dice que es “la más significativa y directa amenaza para la seguridad de los aliados y la paz y estabilidad del área euroatlántica” y que así será considerada hasta que cese “en su agresiva conducta y cumpla plenamente con la legalidad internacional”, pese a lo cual la OTAN apuesta por “mantener abiertos los canales de comunicación para gestionar crisis o mitigar riesgos”.
De China se dice que sus ambiciones declaradas y sus políticas coercitivas desafían nuestros intereses, seguridad y valores, y que Pekín emplea una «amplia gama de herramientas políticas, económicas y militares para aumentar su presencia global y proyectar poder, al tiempo que mantiene la opacidad sobre su estrategia, sus intenciones y su acumulación militar».
Los aliados no esconden su preocupación por la profundización de la alianza estratégica entre China y Rusia, pero apuestan por alcanzar “compromisos constructivos” con el gigante asiático, “incluida la construcción de transparencia recíproca”.
Aparte de la terminología cómica, muy propia de EE. UU. (ahora “actores malignos” como en otras ocasiones “Eje del Mal”, etc.) lo que queda claro es que los miembros de la OTAN ven el panorama oscuro. Y tiene gracia que acusen a Rusia y China de hacer lo mismo que hacen ellos, como si ellos tuvieran la exclusiva por derecho divino. ¡Resulta que China quiere aumentar su presencia global y proyectar poder, qué infamia! Eso sólo lo puede hacer EE. UU.
2. Como es natural ni medios ni Gobiernos dicen que la guerra de Ucrania ha sido efecto de la insensata política agresiva de EE. UU. contra Rusia utilizando a la OTAN, y por tanto a Europa, como instrumento. ¡No hay otro culpable que Putin y todos tenemos que defendernos de Putin, porque viene a por nosotros, detrás de Ucrania vamos nosotros!
Nuestros políticos y medios afirman que esta cumbre es una gran derrota para Putin y ocultan que es más bien un canto del cisne del llamado Occidente. El mundo no es sólo EE. UU. con el añadido de Europa y de las antiguas colonias británicas, el mundo es mucho más grande, y los países que representan el futuro nos desprecian cada día más y siguen su camino sin pedirnos permiso.
Por eso, por debajo de la comedia que se ha representado en Madrid, una vez que los asistentes a la cumbre hayan descendido del escenario a la cloaca, habrán hablado sin disimulos, seguro que manifestando gran inquietud por la marcha de los acontecimientos.
Ahora resulta que Rusia avanza en Ucrania y que la prolongación de la guerra, que es lo que quiere EE. UU., va teniendo consecuencias insoportables no sólo para el Tercer Mundo, que eso poco importa, sino para Europa, cuyas poblaciones pueden rebelarse si la situación económica se sigue deteriorando. Pues las sanciones impuestas a Rusia están siendo sobre todo autosanciones que pagamos los ciudadanos europeos.
Putin no va a ganar esta guerra, tendrá que marcharse de vacío, será derrotado, exclaman eufóricos sobre el escenario, mientras allá abajo Zelenski va dejando de ser un héroe y convirtiéndose en un pelma. O sea, que primero han empujado a Ucrania a la confrontación con Rusia, animándola a que pidiera la entrada en la OTAN, y ahora no saben cómo decir a Zelenski que no va a entrar en la OTAN y que además va a tener que ceder territorios por paz. ¡De qué buena gana volverían al momento en que se pudo frenar la invasión de Ucrania aceptando las muy razonables condiciones que propuso Putin! Pero todo esto no lo dirán nunca en el escenario, bajarán a la cloaca para tirarse de los pelos.
Elecciones en Andalucía
Durante años he votado en las elecciones e incluso he llegado a recomendar en este blog el voto a Podemos. Pero poco a poco me ha quedado claro que la izquierda (me refiero a la que está a la izquierda del PSOE) no ha utilizado las elecciones y sus resultados para hacer política de izquierdas, sino para sumarse como agente secundario a la comedia de la democracia. Utilizar los mecanismos de la farsa democrática sólo tendría sentido si fuera para, en primer lugar, denunciar la farsa, no para legitimarla. ¿Pues qué es lo que desaríamos si perteneciéramos a la cofradía de los amos del mundo? Que la izquierda, nuestra enemiga potencial, se integrara en la farsa y la legitimara. Lo que más teme esa cofradía es que la izquierda denuncie la farsa con mil pruebas y abra los ojos a los millones de perjudicados por ella.
Cómo encanta el jueguecito a los medios, primero comentando sin parar las encuestas, luego elucubrando acerca de si el PP se verá obligado o no a meter en el gobierno a Vox, si sacará más votos que la izquierda, si ganaron éstos o aquellos en los debates… Más tarde ponderando el éxito apoteósico de ese tal Juanma, el fracaso de Vox y del PSOE y el tremendo fracaso de la izquierda. Finalmente elucubrando sobre si se pueden extrapolar o no los resultados al resto de España, cosas todas que en realidad importan muy poco, porque no tienen influencia significativa en la vida de la gente que ni hace periodismo ni aspira a cargos.
La izquierda es criticable no sólo por apuntarse a este jueguecito engañabobos, sino porque a cambio ha desaparecido como movimiento social, reducida a grupos de dirigentes que sólo se diferencian por ambiciones personales.
En las elecciones andaluzas hasta el último minuto no consiguieron integrarse varios de esos grupos en la coalición electoral Por Andalucía, quedando fuera Adelante Andalucía, partido al que yo habría votado si no fuera porque lo veo tan pervertido por el electoralismo como todos los demás. ¡Y viene luego el episodio del recurso de Por Andalucía para que a Teresa Rodríguez no se la permitiera intervenir en los debates! Así que uno se pregunta de qué va la gente que dirige esos partidos.
En resumen, como lo único que sabe hacer la actual izquierda es legitimar la farsa, he llegado a la conclusión de que, puesto que interpreta sus éxitos electorales como señal de ir por buen camino, la única posibilidad de regeneración pasa por el fracaso electoral. Por eso ya no voto y por eso me he alegrado (con la razón, que no con el sentimiento) del batacazo que la izquierda se ha dado en Andalucía.
Claro que ya están intentando recomponerse por el mal camino, que consiste en hacer algo nuevo para mejorar los resultados electorales.
Y entonces recuerdo que Podemos pagó más de 425.000 euros a la consultora Neurona por trabajos para los comicios de 2019. Me pongo a pensar en lo que se podría haber hecho con ese dinero y con todo el que los partidos de izquierda han dilapidado en elecciones. Y vuelvo a la triste conclusión de que esos partidos no están orientados por una clara disposición de izquierdas y suficiente conocimiento.
La patética suerte de Julián Assange
Mediante WikiLeaks Assange hizo públicos miles de documentos diplomáticos
(comunicaciones entre embajadas USA con Gobiernos y servicios de información en todo el mundo), archivos de Guantánamo y documentos militares y que evidenciaban torturas y crímenes de guerra por parte de responsables militares de EE. UU. en Irak y Afganistán. Es decir, levantó la tapa para que se entreviera la inmensa cloaca en que consisten los Estados que se fingen respetables. Algo absolutamente imperdonable.
Es natural que los amos buscaran a Assange para darle un castigo ejemplar, que quite a todo el mundo las ganas de hacer algo parecido. Ha tenido que estar siete años encerrado en la embajada ecuatoriana en Londres, ha sido acusado de un falso delito sexual y ahora, si no se remedia, va a ser extraditado a EE. UU., donde lo acusan de casi una veintena de cargos que podrían terminar con una pena de prisión de 175 años. Todo ello ha deteriorado tanto su salud que incluso se teme su suicidio.
Baltasar Garzón denuncia que los abogados que defienden a Assange (él entre ellos) han sido espiados mediante dispositivos de grabación ocultos en la Embajada de Ecuador (presuntamente colocados por la empresa de seguridad española UC GLOBAL, encargada de la seguridad de esa Embajada y colaboradora con la inteligencia de Estados Unidos).
Garzón añade que lo que provoca su mayor desconsuelo es el silencio, la falta de pronunciamiento de gobiernos democráticos, de instituciones, de prensa, de gente que dice defender los derechos fundamentales. “La información es lo único que puede frenar a los sátrapas, defender a los vulnerables y evitar que se atropelle la verdad -escribe Garzón-. Si [Assange] es extraditado mientras todos callamos, seremos cómplices de que la impunidad triunfe.”
¿Por qué ese silencio, cuando de las filtraciones de WikiLeaks se han aprovechado tantos medios?
Pues por las oportunas instrucciones de la Gran Cloaca. ¿Acaso es imaginable otra respuesta? Lo que podemos tener claro es que nuestro ínclito Pedro Sánchez no ha intercedido públicamente ante Biden por Assange.
La gente no reacciona
Y luego está esa gente bien fabricada, que no se rebela contra la farsa de la democracia, ni contra las políticas económicas y fiscales, que ha sido dirigida a una actitud mayoritariamente partidaria de la OTAN, que vota encantada a personajes como Juanma Moreno o Ayuso y a la que poco importa la suerte de Assange.
Volvemos con esto a la izquierda y a su electoralismo como horizonte. Nunca hizo tanta falta una izquierda antisistema, que se gane la confianza de la gente y que pueda luego oponerse con éxito a las mentiras con que se fabrican millones de mentes. Para no repetirme, sobre los instrumentos de esa fabricación me remito a lo dicho aquí, y sobre cómo debería ser esa izquierda me remito a lo dicho aquí.
Por cierto, hicieron el otro día en la Sexta una entrevista al maestro del periodismo Pedro J. Ramírez, y el entrevistador, chico listo que hará carrera, escuchaba una ristra de mentiras en respetuoso y admirado silencio, como si estuviera oyendo a un oráculo. Cuando salió el tema del emérito pusieron un vídeo de otro maestro del periodismo, Iñaqui Gabilondo. No pude por menos de preguntarme: ¿qué pensarán de sí mismos estos personajes cuando queden a solas? Ser Maestro del periodismo significa ser un excelente soldado en la batalla mediática. Juegan con la ventaja de que enfrente no tienen enemigo. La izquierda que falta.