En la pasada gala de los Goya, mientras la actriz Marta Nieto desfilaba por la alfombra roja, se escucharon unos comentarios de hombres que estaban, sin saberlo, junto a un micrófono abierto:
“Esta es la única guapa porque las demás son todas ‘esqueletillos’.”
“Había una, la ‘Nancy Peluso’, y otra que estaba llena de tatuajes y parecía puta, puta, puta…”
Las condenas a lo que se considera machismo insoportable han sido unánimes. Daniela Santiago confesaba: “me parece muy triste que a día de hoy siga habiendo hombres que juzguen a las mujeres por su apariencia física, me parece lamentable, la verdad. Totalmente fuera de tono”. Y así otras muchas.
Me ha sorprendido sin embargo una reacción lúcida, la de la propia Marta Nieto, que escribe en DiarioPúblico:
“Asumir la responsabilidad de que todxs lxs que nacemos en una sociedad machista inevitablemente lo somos, es como decidir que vamos a hablar todxs el mismo idioma para comenzar a entendernos.
El machismo, puesto que reside en todxs nosotrxs, puede ser obvio y zafio, pero también sibilino y escurridizo.
A menudo resulta que, cuando por fin visibilizas una capa machista cotidiana y te crees a salvo, hay otra debajo aún más arraigada y vil. Es como una raíz profunda incrustada en nuestras actitudes y miradas diarias. En todo. En todxs. Todo el tiempo.
Gustar y agradar se convierte en un mandato invisible que nos esclaviza y nos perturba a todas las mujeres. Casi siempre de manera inconsciente, porque, como todo buen sistema, consigue hacerte creer que tú eliges eso que te está obligando a hacer. […] Nos atraviesen malestares diarios en forma de imágenes inalcanzables y juicios constantes sobre cómo tenemos que ser, cómo nos tenemos que comportar, cómo tenemos que vestir, follar, andar, hablar y, por supuesto, cómo tienen que ser nuestros cuerpos.”
Parece que, cuando se es consciente de todo esto, lo oportuno sería una rebeldía. Pero por el contrario la actriz no extrae las consecuencias que parecen seguirse de sus reflexiones cuando concluye:
“Los juicios constantes a nuestros cuerpos y nuestras formas, como los que se filtraron en la pasada Gala de los Goya, como si el cuerpo de la mujer fuera parte del mercado de placer masculino, como si formáramos parte del consumo y de las experiencias del otro, son la punta del iceberg de las violencias machistas en nuestro ecosistema capitalista.”
“Nuestros cuerpos no son para vosotros. No son para vuestro deleite, vuestro juicio o para vuestras experiencias”. “Nuestros cuerpos son para nosotras”. “Cómo queramos vestir, cómo los disfrutemos, cómo los luzcamos o no, es asunto nuestro. Para nuestro placer”.
“Convirtamos nuestros cuerpos en el primer espacio feminista. Reivindiquemos la conquista de nuestro amor propio como metáfora de la conquista del espacio social. Queramos nuestros cuerpos como son y expresémoslos con libertad y placer. El trabajo personal de cada una de nosotras con el amor hacia nuestro cuerpo es puro feminismo”.
Como bien se ve, Marta Nieto ha olvidado lo que antes afirmó, que gustar y agradar se convierte en un mandato invisible que esclaviza y perturba a todas las mujeres casi siempre de manera inconsciente, porque el sistema consigue hacerte creer que tú eliges eso que te está obligando a hacer,
Se diría que convertir el cuerpo de la mujer en el primer espacio feminista exige negarse a seguir el libreto machista en la elección de vestidos, joyas, inverosímiles calzados y maquillajes, con la pretensión de presentarse como diosas de la belleza y objetos para el placer ajeno.
En la citada gala de los Goya fue elocuente el respeto al libreto machista. De la indumentaria del presentador Antonio Banderas sólo se nos dice que combinaba un esmoquin con una camiseta negra, de la presentadora María Casado, en cambio, que estaba deslumbrante apostando por un modelo negro de escote asimétrico, con un corsé drapeado en forma de corazón de microlentejuelas de Pronovias.
Lean cualquier información de “ellas en la alfombra roja” o de “vestidos en la alfombra roja” y verán más de lo mismo.
Precisamente Marta Nieto fue una de las que con la presentación de su cuerpo ofreció a otras mujeres la imagen inalcanzable a la que aspirar. Según Vogue, revista dedicada a la mujer (moda, belleza, living, pasarelas, novias) fue maquillada por Beatriz Matallana para Giorgio Armani Beauty, y habría confirmado la regla de oro para maquillar ojos verdes, que consiste en realzar el tono verdoso con dos declinaciones de marrón. “Se trata de dos tonos de diferente intensidad para definir el delineado superior e inferior del ojo”, explica la maquilladora.
En cuanto al vestido, eligió un diseño palabra de honor negro y dorado, con detalles de tul, y largos flecos hasta el suelo, obra de Alberta Ferretti.
Marta Nieto nos dice que hay que querer al propio cuerpo como es, pero eso supondría no intentar esconderlo tras vestimentas deslumbrantes, maquillajes y peinados de profesionales, joyas y otros elementos del obligado “arreglo” femenino de fiesta, que no es sino el intento de suplantar a la mujer por una mediocre postal de “bello sexo”.
Curiosamente, hay comentarios machistas que a nadie escandalizan, como cuando leemos que las curvas de Nathy Peluso, invitada especial de la gala, se llevaron la atención de la noche.
La cantante había publicado una serie de fotografías sensuales en sus redes sociales y se nos cuenta que sus seguidores explotaron cuando los deslumbró con su diminuto traje de baño animal print. Un usuario de Instagram comentó: “curvilinea y elocuente, magníficamente colosal”, mensaje al que siguieron otros muchos con elogios hacia el cuerpo de Peluso que es de suponer que a ella le han complacido y por los que no se ha protestado.
Nadie protesta tampoco cuando mujeres jóvenes que presentan programas televisivos, muchas de ellas atractivas y buenas profesionales, están obligadas, a diferencia de ellos, a ocultar su atractivo natural tras los obligados maquillajes, vestimentas, peinados y calzados. ¿Puede haber algo más insidioso que la parte del libreto que ellas están obligadas a seguir? ¿No es esto precisamente ese tipo de machismo sibilino y escurridizo del que habla Marta Nieto?
No me estoy refiriendo a la libertad individual para elegir la propia indumentaria. No discuto el derecho de cualquier hombre a maquillar sus ojos verdes con dos tonalidades de marrón, a vestir un traje palabra de honor o a caminar con zapatos de tacones de aguja, ni el derecho de cualquier mujer a casarse en la catedral luciendo como vestido de novia la camiseta del atleti (si la dejan). Me estoy refiriendo a la sumisión al libreto machista que se nos impone culturalmente.
Pero he aquí que la progresía conservadora, que considera normal que las mujeres sigan el libreto machista, se enfurece si algunos hombres lo siguen. ¡Pero si es el mismo libreto, es, como ahora se dice, un paquete, va todo junto, la parte del guion para mujeres es complementaria de la parte del guion para hombres, son las partes que todos aprendimos desde la infancia y de la que hemos de librarnos! Los comentarios machistas de esos hombres que siguieron el libreto son la contraparte de la presentación que muchas mujeres hacen de sus cuerpos. Acabar con el libreto, eso es lo que debiera importarnos. Pero ¿cómo hacerlo cuando está cada día reafirmado por la publicidad, los medios de comunicación y los modelos sociales y no es combatido por el feminismo?