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TRUMP, PUTIN, EUROPA Y UCRANIA

Una versión solvente de los hechos

Cuando Rusia invadió Ucrania expuse mi punto de vista en una entrada de este blog (ver aquí). Ahora he leído, en el blog de Rafael Poch, una transcripción editada del discurso de Jeffrey Sachs en el Parlamento Europeo el pasado 19 de febrero en un evento titulado “La geopolítica de la paz” (ver aquí). Sachs es un economista norteamericano neoliberal, profesor universitario y dos veces incluido en la lista de las personas más influyentes del mundo que elabora Time. Él mismo se presenta así para contextualizar sus opiniones sobre la guerra:

«He seguido muy de cerca los acontecimientos en Europa del Este, la ex Unión Soviética, Rusia y Ucrania durante los últimos 36 años. Fui asesor del gobierno polaco en 1989, del equipo económico del presidente Gorbachov en 1990 y 1991, del equipo económico del presidente Yeltsin entre 1991 y 1993, y del equipo económico del presidente Kuchma en Ucrania entre 1993 y 1994. Ayudé a introducir la moneda estonia. Ayudé a varios países de la ex Yugoslavia, especialmente a Eslovenia. Después de Maidán, el nuevo gobierno me pidió que fuera a Kiev, y me llevaron a recorrer la plaza y aprendí muchas cosas de primera mano. He estado en contacto con los líderes rusos durante más de 30 años. También conozco de cerca a los líderes políticos estadounidenses. […] Digo esto porque lo que quiero explicar desde mi punto de vista no es de segunda mano. […] Lo que voy a decir quizá os sorprenda, pero hablo desde la experiencia y el conocimiento de estos acontecimientos».

Pues bien, lo que dice Sachs de primera mano confirma tanto lo que escribí al comienzo de la guerra en la citada entrada como lo que vengo diciendo de Estados Unidos como enemigo real del mundo. Ello evidencia que ya hace tres años era posible informarse bien y tener una opinión fundada sobre la guerra de Ucrania, libre de la promovida por la propaganda OTAN. O sea, que los que desconocen en sus análisis la secuencia de hechos relevantes no pueden alegar ignorancia.

Les recomiendo que lean ese discurso de Sachs, del que, por ser demasiado esclarecedor, los medios españoles no se han hecho eco.

Los buenos efectos del trumpismo

Una de las consecuencias benéficas de la irrupción violenta y caprichosa de Trump es que el sentimiento antiamericano está creciendo en el mundo. Ahora bien, Trump sólo hace una representación cruda de lo que ha venido ocurriendo desde hace decenios. ¿Acaso antes de Trump no se aplicaba la ley del más fuerte? ¿Acaso desde la creación del FMI y el BM en los Acuerdos de Breton Woods de 1944 no estaba la economía internacional capitalista controlada por EE UU en su propio beneficio? Valga recordar que en aquellos Acuerdos, en los que no participó la URSS, el economista John Keynes propuso la creación de una Banca Central Mundial que emitiese una moneda internacional, el bancor, y esa propuesta fue rechazada por Estados Unidos porque no quería perder el poder que tiene con el dólar como moneda internacional. La liberalización del comercio internacional ha existido mientras a EE UU le interesaba y ahora le interesa el proteccionismo. Y siempre con la pretensión de que el mundo entero se adapte al orden que a EE UU interesa.

Hace tres años interesó a Biden acosar a Rusia hasta forzarla a invadir Ucrania, pensando que con el apoyo militar de la OTAN, más las sanciones a Rusia, Ucrania ganaría la guerra, una forma de debilitar a Rusia y por tanto al grupo de los BRICS y a China. Contaba además con el beneficio que obtendrían las empresas armamentísticas americanas. Pero fue un mal cálculo, Trump sabe que esa guerra está perdida y que ha llegado el momento de reducir gastos y cobrar la factura por los ya hechos.

La deuda americana es tan grande que algunos expertos predicen una suspensión de pagos a un plazo de pocos años. La cruzada neoliberal por la baja fiscalidad ha supuesto una merma de ingresos de más de 800.000 millones de dólares anuales de promedio. Si se añade la declarada intención de Trump de reducir todavía más la presión impositiva sobre renta, sociedades y beneficios tributarios el déficit aumentará insoportablemente en el próximo decenio. Así que Trump se desentiende de la guerra que Biden provocó, exige a Ucrania que pague en tierras raras la ayuda recibida y exige a Europa que invierta mucho más en defensa (una forma de ahorrar gastos en la OTAN y aumentar ganancias con la venta de armas).

¿De qué nos ha venido defendiendo EE UU?

Se dice ahora que habíamos delegado en EE UU nuestra defensa y que, ante la política de Trump, tenemos que espabilar y defendernos nosotros. Pero ¿defendernos de quién, quién nos quiere atacar, quién ha querido o puede querer atacar a Europa?

Tras la segunda guerra mundial fue Rusia la que estuvo verdaderamente en peligro. EE UU comprendió en seguida que el enemigo no había sido derrotado, porque el enemigo no era Hitler, era el comunismo, y se sabe que el ataque nuclear a la URSS se hubiera producido si la URSS no consigue su bomba atómica antes de lo que calculaban los servicios de información americanos. Desde ese momento el armamento atómico se convirtió en disuasorio, nadie quiere suicidarse por hacer daño a otro.

El enorme ejército estadounidense, con más de 800 bases militares esparcidas por el mundo, nunca ha tenido carácter defensivo de territorios occidentales (quién se hubiera atrevido a atacarlos), sino del sistema, del sistema capitalista. Ha sido un ejercito ocupado en mantener el “orden mundial”, es decir, en evitar transgresiones a las normas impuestas por EE UU. Garantía de que la explotación capitalista será respetada en todas partes, que será militarmente abortada cualquier revolución de izquierdas, que serán militarmente apoyados los golpes de estado de extrema derecha necesarios, así como asegurado el bloqueo de países desobedientes. Últimamente es un ejército ocupado sobre todo en cercar a China. Afortunadamente China tiene ya también un poder militar disuasorio.

Por hablar de las bases españolas, el eje Rota-Morón ha sido utilizado como base permanente de una fuerza de reacción rápida para “crisis” en África, Oriente Medio y otros puntos de Eurasia.

Es decir, el ejército americano y sus bases esparcidas por toda la tierra no nos defienden de posibles ataques, sino que defienden los intereses de las oligarquías capitalistas. De ahí que las europeas dependan de las americanas, precisamente porque el ejército americano ha sido el garante del capitalismo que las beneficia a todas.

Puesto que son esas oligarquías las que controlan los partidos políticos que llegan al poder, es impensable que se legisle a favor de los intereses de los pueblos. Por tanto las poblaciones europeas de quienes deberían defenderse no es de Rusia, sino de sus oligarcas y políticos, por ejemplo de los que hacen su carrera en Bruselas. Esto es algo tan patente que parece mentira que la mayoría de la población no sea capaz de verlo, pero sabemos de sobra qué hay detrás de la ceguera de la gente.

La última hazaña del ejército americano ha sido el ataque aéreo contra las bases, los líderes y las defensas antimisiles del movimiento hutí del Yemen. ¿En defensa de qué?

EE UU apoya el genocidio que viene ejecutando Israel. El movimiento hutí, respaldado por Irán, ha respondido lanzando ataques contra Israel y contra la navegación comercial en el mar Rojo y Arábigo. Y EE UU ataca con sus aviones a miembros del movimiento hutí en Yemen. Para estas cosas necesita EE UU su ejército, no para defenderse o defendernos.

El desconcierto de los líderes europeos

Los dirigentes europeos que provocaron la guerra de Ucrania como comparsas subordinados de Estados Unidos han quedado en una situación insostenible, se podría decir que ridícula. Tienen pánico a que Trump, sin contar con Europa, decida de acuerdo con Putin el fin de esta aventura con una pérdida de territorios de Ucrania y con la negativa a que forme parte de la OTAN. Resultaría que si hay que terminar dando a Rusia lo que pedía y mucho más, se podía haber evitado ventajosamente una guerra de enorme gasto y de gran destrucción en el país, pero sobre todo de gran pérdida de vidas humanas.

Ante estos hechos los dirigentes europeos no saben qué hacer, van y vienen, se reúnen, vuelven a reunirse, expulsan al húngaro Urban de las reuniones porque es disidente, se lamentan, comprenden que son unos subordinados que no cuentan, acuerdan, desacuerdan, se preguntan como van a explicar a sus poblaciones que la guerra se pudo evitar. Y han encontrado la forma de siempre, la mentira. Se trata de convencer a las poblaciones europeas de que la guerra fue inevitable porque Putin la quería a toda costa. Con el concurso de los medios “respetables” afirman a diestro y siniestro que la posición antirrusa fue legítima antes y lo es ahora, porque Rusia es una amenaza para el mundo en general y para Europa en particular.

De lo que se sigue que, si EE UU deja de proteger a Europa frente a Rusia, es necesario que Europa se rearme si quiere sobrevivir.

Úrsula ya ha hecho sus cálculos al margen de cualquier discusión, al margen de cualquier parlamento. Europa debe gastar 800.000 millones en cuatro años

¿Es Rusia un peligro para el mundo?

El nivel de propaganda y desinformación ha llegado a niveles de pura histeria. El otro día, en la Sexta, en ese programa llamado Conspiranoicos que presenta un Jokin Castellón amante de las pausas dramáticas, apareció un periodista para hablar de un libro que se titula Rusia contra el mundo, en el que se presenta a Rusia como enemigo de todos, que no sólo hace la guerra militar, sino también la cibernética. Sus ataques cibernéticos tienen al mundo sobrecogido de temor. Es decir, ese periodista estaba diciendo una tontería tan grande como que Rusia tiene capacidad para hacer una guerra cibernética y los demás no, los demás sólo pueden ser víctimas. Y el presentador oía sobrecogido y daba por cierto todo lo que oía. Incluso hacía preguntas. ¿Es tan grave la situación?, para que el otro dijera que sí, que mucho más de lo que imaginamos.

En cadenas que se dicen serias he llegado a oír que no hay un Putin, sino tres, uno verdadero y otros dos falsos, y que no tiene un despacho, sino tres iguales, para que nunca se pueda saber qué Putin habla y desde qué despacho. Todo vale.

El caso es que Rusia nunca ha sido un peligro para el resto de Europa, sino que más bien el resto de Europa ha sido un peligro para Rusia. Fue invadida por Napoleón, luego, tras la Revolución de 1917, Gran Bretaña, Polonia, Grecia y Francia (además de Japón y EE UU) enviaron tropas a luchar contra el ejército rojo, finalmente fue invadida por el ejército de Hitler. Rusia, que es parte de Europa (de esa Europa que se extiende del Cáucuso a los Urales), no nos ha perjudicado nunca, sino que salvó a Europa de Hitler a costa de más de 30 millones de víctimas (9.360.400 militares y 23.139.600 civiles según W. van Mourik: Bilanz des Krieges), con el punto culminante de la batalla de Stalingrado que destrozó al ejército de Hitler (no el desembarco de Normandía, como nos ha vendido Holliwood). Y ha dado a Europa los tesoros culturales de su música, su literatura, su danza. Ha pedido su entrada en la UE y ha sido rechazada seguramente porque Alemania y Francia no aceptaron dejar de ser las decisivas. El reparto de Europa tras la guerra mundial fue entre el capitalismo occidental y el comunismo soviético. Los países que quedaron en el espacio comunista (entre ellos media Alemania y medio Berlín) no fue a causa de una acción violenta de Rusia, sino de un pacto con el que estuvieron conformes americanos e ingleses.

¿Cómo va Rusia a atacar a Europa si apenas ha podido en tres años ocupar los territorios ucranianos en que tiene una población favorable? ¿No se llenan de vergüenza los que lo afirman?

Por tanto no tenemos que rearmarnos

Según Global Firepower la cifra presupuestaria anual de gastos de defensa en 2023 fue de 761.681.000.000 en EE UU, 82.600.000.000 en Rusia y 256.346,885.700 en el conjunto de los siguientes 10 países europeos que más gastan (tres veces más que Rusia).

Marta Ferré, Presidenta de Transform Europe, nos advierte que los 800.000 millones que pide Úrsula no reforzarán la autonomía europea, pues irán a parar, en buena medida, a empresas y fondos de inversión estadounidenses. En 2023, el 63% de todos los pedidos de defensa de la Unión Europea se hicieron a empresas estadounidenses (según datos de la propia UE). Las cinco mayores empresas de armamento de EEUU (Lockheed Martin, Raytheon Technologies, Northrop Grumman, Boeing y General Dynamics) se han revalorizado en bolsa un 416% en los últimos 10 años y se han beneficiado abiertamente de la guerra en Ucrania; solo Lockheed Martin distribuyó 6.800 millones de dólares en efectivo a sus accionistas en 2024. Todas ellas son propiedad de fondos de inversión estadounidenses (BlackRock, Vanguard, Fidelity, Street State o Capital Group), pero resulta que esos mismos fondos son dueños de las grandes empresas militares de Europa, que no son por tanto europeas ni siquiera las que tienen participación pública, como Indra o Leonardo.

De dónde se sacará el dinero

La Comisión Europea se mostraba inflexible cuando los países del Sur pedían que se les permitiera aumentar las partidas de gasto social, a pesar de que el gasto en sanidad y educación es la inversión más rentable. En cambio, cuando hicieron falta ingentes cantidades de dinero para salvar a la banca las normas se relajaron, lo mismo que se piensa hacer ahora para aumentar el gasto militar. A estas cosas me refiero cuando digo que la política de los gobiernos capitalistas es de extrema derecha.

O sea, que hay dinero para armas.

¿Significará ese gasto que se reducen los presupuestos de gasto social? Pedro Sánchez afirma que no, pero la discusión está servida y en estos casos ya se sabe que las proclamas no garantizan nada. Estamos en la clásica alternativa entre cañones o mantequilla. La mantequilla es el gasto social.

Lo cierto es que es una alternativa falsa, pues si el gasto militar fuera necesario (que no lo es) siempre se podría acometer no sólo manteniendo el gasto social, sino aumentándolo. Hay dinero suficiente para todo ello, sólo que no está en manos de los Estados.

Por eso el quid de la cuestión es de dónde se saca el dinero. Si la solución es el aumento de la deuda esto significa que al final quienes pagarán intereses y deuda son los de siempre: los pobres (con su indignante contribución vía IVA) y quienes son ni pobres ni ricos, es decir, la gran mayoría que vive de salarios, sueldos medios, pequeños negocios o pensiones. Los ricos pagan poco y los muy ricos menos.

Por lo tanto la solución para atender a la necesidad de defensa (si fuera cierta, que no lo es) y al mismo tiempo aumentar más la dotación presupuestaria para políticas sociales sin necesidad de endeudarse es… ¿lo adivinan?… cobrando impuestos razonables a los ricos, mucho más fuertes a los muy ricos y acabando al mismo tiempo con las muy cómodas posibilidades actuales de evasión fiscal.

Pero si alguien afirma esta obviedad le acusarán de promover políticas confiscatorias (comunistas), mientras los economistas del sistema volverán al falso libreto que dice que aumentar los impuestos a los ricos perjudica a los pobres.

Derecha e izquierda frente a estos hechos

Los partidarios del aumento de gasto militar aceptan que Rusia es un peligro real y acusan a Sumar, Podemos o IU de ser la avanzadilla del invasor.

Elisa Beni dice en El diario.es:

«La camiseta de Belarra es la ejemplificación de una izquierda que se resiste a contemplar el viraje de los tiempos […] y pretende hacerle frente con las recetas del pasado. OTAN no, bases fuera. Abajo el imperialismo yankee. Todo tal y como lo dejamos en nuestra juventud, la nuestra, no la de ellos».

Y termina dramáticamente.

«¡Ojalá una camiseta y dos eslóganes fueran a arreglar el desaguisado en el que anda metido el mundo y con el mundo, Europa y con Europa, España y con España, todos nosotros!«

He aquí la inconsistencia del pensamiento conservador. Claro que hay un cambio profundo en el mundo, pero no porque haya llegado Trump, sino porque el orden capitalista impuesto por EE UU se está resquebrajando. De manera que ahora son más necesarios que nunca, y más actuales, eslóganes como “OTAN no, bases fuera. Abajo el imperialismo yankee”. No es el mundo el que anda metido en un desaguisado, es el mundo occidental, que se hunde mientras otro medio mundo progresa.

¿Y qué dicen los que se consideran de izquierda?

Podemos y Sumar apelan a un vago pacifismo, pero por nada del mundo osarían decir en sus intervenciones públicas que los responsables de la guerra de Ucrania fueron EE UU y Europa, ni tampoco que el verdadero enemigo de las poblaciones europeas no es Putin, ni Rusia, sino las oligarquías estadounidenses y europeas.

Podemos y Sumar no se manifiestan anticapitalistas. Más bien, desde que tocaron poder, se han convertido en parte de esas clases políticas a las que en otro tiempo llamaron “la casta”.

Sí ha opinado en El diario.es Alberto Garzón, que reduce el tema a un solo hecho: quién invadió.

En su alegato compara la invasión de Ucrania por Rusia con la invasión de Bélgica por Alemania, y también con la violación de una mujer, sin apreciar que son dos comparaciones desafortunadas.

La invasión rusa ha sido respuesta a una provocación inaceptable y se ha limitado a las provincias cuyos habitantes, que en su mayoría hablan ruso y se sienten rusos, decidieron integrarse en Rusia en pasados referéndums a los que no se dio valor en Occidente. Nada parecido a la invasión de Bélgica por Alemania.

Es también desafortunado comparar a Ucrania con una mujer violada.

«Desgraciadamente, una parte de la izquierda tiene una inclinación a pensar, como Trump, que fue Ucrania la culpable de la guerra; que la mujer estaba provocando antes de ser violada. Que Ucrania tiene sectores radicales de derechas; que la mujer se acostaba con cualquiera. Del agresor, ni palabra».

La mujer que lleva minifalda no está agrediendo de manera insoportable a quien la viola, por tanto el violador no puede alegar justificación. En cambio EE UU, Europa y Ucrania sí estaban agrediendo de manera insoportable y premeditada a Rusia al planificar la entrada de Ucrania en la OTAN. Y Ucrania además atacaba a la población del Dombás que Rusia se sentía obligada a defender.

Pero ahí está Garzón sin comentar los hechos previos a la invasión e insistiendo en que los tanques pasaron de Rusia a Ucrania y no de Ucrania a Rusia, como si ése fuera el único hecho a tener en cuenta.

No menciona que luego, cuando Ucrania ha invadido una parte de Rusia, los tanques han pasado de Ucrania a Rusia. Dirá sin duda que este segundo pase de tanques se justifica porque antes había invadido Rusia, pero entonces tendría que aplicar la misma fórmula a la otra parte. Rusia invadió, sí, pero se justifica porque antes… etc.

De todas formas Garzón se limita a argumentar (mal) contra los que hacen a Ucrania culpable de la guerra. No nos critica a los que consideramos que los principales culpables fueron EE UU y Europa.

Si quiere hacer algún comentario, observación o pregunta puede ponerse en contacto conmigo en el siguiente correo:

info@jmchamorro.es