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CHINA, LAS DEMOCRACIAS Y EL CORONAVIRUS: UNA LECCIÓN PRÁCTICA (19 de marzo de 2020)

China ha tenido éxito en la detención de la epidemia del coronavirus y ha ofrecido al mundo un alarde en ninguna otra parte posible: la construcción en pocos días de grandes hospitales provisionales, algunos de ellos ya desmantelados. Y también la aplicación por primera vez en la historia de una cuarentena a sesenta millones de personas.

En seguida se ha dicho que la cuarentena ha ido acompañada de medidas draconianas y sanciones incompatibles con Estados democráticos y sólo al alcance de autocracias como la china.

Pero esto ha llevado a una inquietud, pues parece dejar claro que las autocracias son más efectivas que las democracias. ¿Cómo evitar esta conclusión? ¿Acaso no se ha venido diciendo que la democracia y la economía de mercado son dos caras de la misma moneda, que la democracia es más eficiente que la dictadura, y que la empresa privada funciona mejor que la pública?

Para mayor confusión, resulta que nuestros Estados democráticos se están viendo obligados a tomar medidas parecidas a las tomadas en China, sólo que tardías y menos efectivas.

El asunto merece una reflexión desde el punto de vista políticamente incorrecto.

Dos tipos de dictadura

El régimen chino no es una autocracia, por mucho poder que tenga Xi Jimpin. Es una dictadura del partido comunista.

Los regímenes occidentales son plutocracias, esto es, dictaduras del capital disfrazadas de democracias.

A mi juicio es en algún sentido preferible la dictadura explícita por su menor hipocresía. El partido comunista es responsable de las medidas económicas y políticas que se toman en China. En cambio entre nosotros mucha gente cree que son los partidos políticos y sus líderes quienes deciden, pero Parlamentos y Gobiernos son testaferros que sólo pueden actuar en el estrecho espacio que el poder económico les fija desde la sombra. A su vez Parlamentos y Gobiernos se escudan en supuestas leyes económicas que obligan a políticas contra las mayorías. Y como no cabe pedir responsabilidades a “leyes científicas”, los verdaderos responsables quedan siempre fuera de foco.

¿Somos libres?

Medidas racionales y necesarias chocan en nuestras sociedades con el sagrado principio de no intervención en el mercado y con el concepto de libertad propio del individualismo occidental.

Incluso aunque nos limitemos a un concepto vulgar de libertad, por comparación con China, ¿son libres nuestros medios de comunicación privados? ¿Son libres nuestras televisiones públicas? ¿Son libres nuestros ciudadanos porque pueden votar a partidos que no son libres para hacer lo que conviene a la mayoría?

En China hay medios públicos controlados por el Partido Comunista y hay numerosos medios privados controlados por sus dueños dentro del espacio que el gobierno les concede. Los minoritarios pueden ser muy críticos, los de masas mucho menos. No sé por qué algunos creen que estamos por encima de China en términos de libertad. Puesto a aguantar la ideología oficial impuesta (allí a favor del comunismo, aquí a favor del capitalismo) prefiero aquella.

Razones de la eficacia china

Si nuestras “democracias” son dictaduras encubiertas, ¿por qué es más efectiva la china? Hay distintas cuestiones a considerar.

1. La economía china no es comunista, porque allí se percibió bien pronto que el éxito de la revolución dependía de una interacción inteligente con la economía mundial, predominantemente capitalista, de manera que la propiedad estatal representa cerca de un tercio, la mixta más de un tercio y la privada un tercio.

Pero el Estado planifica y controla las industrias básicas como los ferrocarriles, la aviación civil, los correos, las telecomunicaciones, la electricidad, el agua potable y el gas, así como los espacios de la investigación científica, la educación, la defensa nacional y el sector financiero.

La planificación es una actividad racional que tiene la posibilidad de ser diseñada atendiendo al bien común, esto es, al beneficio de la población.

La conjunción de planificación central y propiedad pública da resultados espectaculares. China ha pasado en sólo 70 años de estar a la cola del mundo a estar a la cabeza. Ha librado en poco tiempo a cientos de millones de campesinos de su pobreza y ha escalado a lo más alto en investigación, tecnología y capacidad económica. Por ejemplo, ha fabricado el radiotelescopio más sensible del mundo y la primera red de comunicación cuántica, y es pionera en 5G, supercomputadores (tiene los más rápidos), drones aéreos supersónicos, etc.

2. El sistema capitalista implementa la dictadura del capital a través del mercado, que es un mecanismo irracional diseñado para producir beneficios privados, y cuya lógica consiste en dar más a quienes más tienen y menos a quienes tienen menos. El resultado es que quienes más tienen ponen en pie medios de comunicación para fabricar opinión favorable al sistema, y controlan la legislación a fin de que su riqueza aumente y su contribución al bien común sea mínima. Y quienes menos tienen no pueden satisfacer sus necesidades básicas porque el mercado sólo da mercancías y servicios a quien puede pagar su precio. Por su propia lógica, el mercado actúa contra los intereses de la mayoría de la población. Por eso surgieron tras la segunda guerra mundial las medidas socialdemócratas de bienestar social, que tras la caída de la URSS el capitalismo neoliberal ha conseguido reducir y viene intentando desmantelar.

3. En casos de emergencia, como la actual pandemia, los enormes recursos del Estado chino y su control de la economía pueden ser puestos al servicio de soluciones rápidas por costosas que sean en términos económicos y logísticos. El brote del coronavirus coincidió con las vacaciones del Año Nuevo Lunar, pero las autoridades ordenaron reabrir las fábricas y funcionar a pleno rendimiento para cubrir la enorme demanda que venía de la provincia de Hubei y del resto del país.

Pasado lo peor, la vuelta al trabajo se está haciendo de forma coordinada. Según noticias que nos llegan, fuera de Hubei la tasa media de reanudación de la actividad empresarial es del 95% para las grandes empresas y del 60% para pequeñas y medianas empresas. El verdadero problema para la economía china no va a estar dentro, sino fuera, por la caída de demanda de otros países afectados por la pandemia. De momento China está ayudando a otros países con el envío de especialistas y material médico.

4. En cambio en los regímenes de “democracias” capitalistas, estando la mayor parte de los recursos en manos privadas para intereses privados, los Estados ni siquiera disponen de lo necesario para gestionar la rutina, mucho menos para hacer frente a situaciones extraordinarias. Y en todo caso están constreñidos por la necesidad de evitar efectos inmanejables por el mercado, que pueden llevar a situaciones catastróficas.

La Unión Europea es incapaz de ofrecer una respuesta coordinada, en parte por el egoísmo de los países más ricos, que ya han dicho que no creen necesario ampliar el esfuerzo fiscal de la Unión. Alemania y Francia llegaron a prohibir las exportaciones de material médico a otros socios europeos, aunque luego rectificaron. También en la Gran Recesión y ante el problema de los refugiados ha primado la insolidaridad.

A esto se añade el mito neoliberal, que ha venido siendo un dogma de funcionamiento y que sigue en pie porque la cara dura de sus defensores no tiene límites. Algunos países de la UE, España entre ellos, intentan que los gastos que se inviertan en vencer la pandemia no se computen respecto a la deuda permisible. Si esto se termina consiguiendo será inevitable esta pregunta: ¿por qué las autoridades europeas obligaron a los países del Sur a recortes en gasto social para salir de la gran crisis del 2008 y no aceptaron que las inversiones en educación, sanidad, pensiones y dependencia quedaran al margen del pacto de estabilidad, ese pacto que los dirigentes neoliberales consideraban sagrado? Sólo cabe pensar que esos dirigentes querían aprovechar la crisis para deteriorar los servicios sociales, ofreciendo así los suculentos espacios de la sanidad y las pensiones al negocio privado, y que, insensibles a los sufrimientos de las mayorías, los aprovechaban para que esas mayorías se avinieran a trabajar por menores salarios y con menores derechos.

Las criminales políticas de los dirigentes europeos no se pueden disimular ya bajo principios de racionalidad económica. Gracias a grabaciones que hizo Yanis Varoufakis sabemos algo del modo de funcionamiento del Eurogrupo, con reuniones de los ministros de economía de las que no se levantaba acta, a las que iban con un propósito preconcebido de eludir cualquier acuerdo sobre la deuda griega y humillar a Grecia, condenando a una gran parte de su población a la miseria a fin de evitar que cundiera el ejemplo de Syriza.

Ahora nos dicen que la banca no es parte del problema, como lo fue en la crisis de 2008, sino parte de la solución, y se le pide que arrime en hombro. Pero la banca pública que existía en España fue privatizada y lo que queda, Bankia, está en vías de privatización. Y la banca privada no es una institución filantrópica, sino que actúa movida por el beneficio. El bien común no puede esperar mucho de ella.

El valor de lo público

Hemos vivido una larga etapa de desprestigio de lo público y exaltación de lo privado, de defensa del mercado frente a la planificación, de condena de toda intervención estatal en la economía. ¿Con qué argumentos? Con ninguno riguroso. Los teóricos al servicio del poder sólo ponen sobre el tapete falacias y un hecho al que dan un valor definitivo: el fracaso de la URSS, sin tener en cuenta que, igual que más tarde en China, la propiedad pública y la planificación lograron en la URSS, en condiciones dificilísimas y con una población mayoritariamente pobre y campesina, un desarrollo económico y cultural impresionante, nunca antes igualado. Y que si más tarde ello se malogró no fue debido a la propiedad pública y a la planificación, sino a la batalla sin cuartel que se hizo contra la URSS desde el mundo capitalista y a la torpe y brutal manera de reaccionar de la dictadura estalinista.

Puesto que China está demostrando que la conjunción de planificación central y propiedad pública logra resultados que la economía de mercado no puede conseguir, EE.UU., cuyo declive se hace visible, está muy preocupado y trata por todos los medios de aislar a China y dificultar su funcionamiento, exigiendo a Europa que le siga en esa batalla. Por ahora parece que esos ataques no tienen el éxito que tuvieron contra la URSS, seguramente porque la dictadura china es más sabia y astuta.

Y mientras China ayuda a otros países y acomete proyectos como la Nueva Ruta de la Seda, que pretende desarrollar infraestructura para el intercambio comercial entre Asia, Europa y África, y que cada vez convence a más países, Estados Unidos se comporta como un matón que amenaza y castiga a todo el que no se pliega a sus deseos. A España concretamente, pese a que Estados Unidos está utilizando bases militares en suelo español.

La fórmula ideal

Ni China ni las democracias occidentales son el modelo ideal, por más que en la comparación pueda saalir China ganadora. Está claro en que consiste la fórmula por la que hay que luchar: una democracia auténtica con un Estado que planifique racionalmente la economía y que disponga, para el bien común, de las inmensas riquezas que el sistema capitalista entrega a unas pocas manos privadas. Y ello a nivel mundial, que eso sería una globalización acogedora para todos.

Hay que insistir en que esta utopía es posible, aunque no lo sea a corto plazo porque requiere dos condiciones: vencer al poder económico global y lograr una mayoría de la población con un nivel de conocimientos y de solidaridad que elimine el deseo individual de riqueza a costa de los otros. Y esa población no se fabrica de la noche a la mañana.

Pero que tal utopía sea posible a largo plazo depende de lo que vayamos haciendo desde hoy.

Y es mucho lo que se puede hacer. Cada día hay más argumentos, y más poderosos, para exigir la nacionalizacón de sectores básicos, un control público sobre el mundo financiero, sobre las plataformas digitales y sobre la publicidad, y una política fiscal que no recurra al criminal IVA como suplemento del IRPF para evitar cobrar impuestos a los que más tienen, sino que grave con impuestos suficientes a ingresos y patrimonios que superen un límite razonable (recordemos que a esos ingresos y patrimonios ya se aplicó en Estados Unidos una tasa de más del 90% hasta que se impuso la política neoliberal). Con esos ingresos fiscales sería posible no sólo una reversión de las políticas de recortes en gasto social, sino llegar más lejos dando a la sanidad, la educación y la dependencia lo que requieren para ser efectivas en toda circunstancia.

Veremos si la izquierda parlamentaria sigue guardando silencio bajo el lema “en boca cerrada no entran moscas”. De momento han sido decepcionantes las intervenciones de los portavoces de IU y de Podemos en el pleno extraordinario del Parlamento, incapaces de salir de los tópicos socialdemócratas.

Si quiere hacer algún comentario, observación o pregunta puede ponerse en contacto conmigo en el siguiente correo:

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