13 de octubre de 2013
Hay distintos criterios para diferenciar derecha e izquierda. El que me parece más útil coloca en la derecha a quienes son partidarios del capitalismo y en la izquierda a los partidarios de un orden socialista o igualitario. Hay según ese criterio una derecha dura, digámoslo así, y una derecha socialdemócrata (a la que pertenece el PSOE, no importa que se llame Partido Socialista Obrero Español).
En política económica, que es la fundamental, apenas se distingue una derecha de otra, aunque sí en los rasgos psicológicos con que la desarrollan.
La derecha dura es despiadada y tiene las cosas claras. Realiza la política económica neoliberal con convicción y de manera inmisericorde. Está acostumbrada a ver en los pobres al enemigo. Es un axioma de su filosofía que el pobre lo es porque se lo merece, porque no ha sabido hacer nada para salir de la pobreza. Por tanto no debe recibir otra ayuda que la que provenga del corazón caritativo. Las prestaciones del Estado solo valen para que el pobre se haga irresponsable de sus actos. Si acaso los miembros de esta derecha cumplen con el pobre mediante alguna acción que suele dejarse al cuidado de las altas damas (cuestaciones, recogidas de ropa usada, etc.). Y hecho esto, la derecha dura no cree que tenga algo de que arrepentirse.
La derecha socialdemócrata es pesarosa y se debate en contradicciones. Hace una política económica parecida, pero con mala conciencia. Quiere por ello compensar sus pecados emprendiendo medidas que, sin molestar a los poderes económicos que la controlan, favorezcan a minorías sociales (homosexuales, inmigrantes), a la mitad femenina (disposiciones sobre el aborto y contra la violencia machista) o a los estudiantes de las clases pobres. Algo es algo.
La derecha dura añora los tiempos preelectorales, cuando sólo el dinero daba poder político situando al rico en una red clientelar de caciques locales. Para esta derecha sus competidores son advenedizos que deberían seguir estando donde estaban, es decir, abajo. Cuando esta derecha consigue poder suficiente es despótica, pero además muestra la chulería heredada de los tiempos en que podía decir. “Pero ¿usted quién es? ¿Sabe usted con quién está hablando?”
La derecha socialdemócrata mira con simpatía la democracia, porque fuera de ella no tiene opción a competir por el poder. Cuando lo consigue se cree obligada a convencer y por ello intenta el diálogo (al mismo tiempo que desea, claro, salirse con la suya, lo cual no es criticable).
Estos partidos de la derecha, unos y otros, no merecen respeto, porque la política económica que realizan no va en beneficio del pueblo al que dicen representar. La derecha socialdemócrata sólo merecería algún respeto si, cuando consigue el poder, se atreviera a hablar claramente, a denunciar por qué el Estado del bienestar no es sostenible y mejorable: que no es por falta de dinero.
Y aún merecería más respeto si, en vez de someterse servilmente, como hizo Zapatero, a imposiciones de la derecha dura, como las expresadas por la troika, plantara cara y se atreviera a decir: no, por esto no paso. Pero los dirigentes socialdemócratas se caracterizan (y en esto no se diferencian de los demás) por su mediocridad, y además por su falta de valor para resistir.
Alguien dirá que cuanto está ocurriendo es posible porque el pueblo tiene los políticos y la política que se merece, y entonces habría que añadir que sin culpa suya. El orden social elitista lleva milenios fabricando a los pueblos con tres ingredientes: ignorancia, egoísmo y miedo. Por eso los poderosos, confiados, tiran de la cuerda cuanto quieren. Cierto que tiran tanto que es posible que llegue un día en que la gente grite “se acabó”. Pero entretanto a la mayoría no se le ocurre otra cosa que decir “todos los políticos son iguales”. Y sigue votando a la derecha, o incluso recurre a la extrema derecha. Muy triste todo.
En tal situación hemos de preguntar: ¿Y qué dice y hace la izquierda? O dicho de otra forma: ¿Hay realmente una izquierda anticapitalista que se diferencie como debe de la socialdemocracia? ¿Dónde está?