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EL ESTADO DEL BIENESTAR HA MUERTO. ¡VIVA LA SOCIEDAD PARTICIPATIVA!

13 de octubre de 2013

1. El partido socialdemócrata de Holanda, por boca del rey de ese país, nos ha anunciado la sustitución del Estado del bienestar por una sociedad participativa. “El paso hacia una sociedad participativa es particularmente notable en la seguridad social y en los que necesitan cuidados de larga duración. Es precisamente en estos sectores donde el clásico Estado del bienestar de la segunda mitad del siglo XX ha producido sistemas que en su forma actual ni son sostenibles ni están adaptados a las expectativas del ciudadano.”

Preguntemos, antes de nada, qué quiere decir el eufemismo “sociedad participativa”, que parece sonar bien, como si aludiera a que todo el mundo participe de algo. Es justamente lo contrario. Quiere decir que cada cual se las arregle como pueda, esto es, que “participe” pagándose su sanidad y su futura pensión… si puede. Sólo por tergiversar y pervertir de esta manera el lenguaje merecen condena estos políticos serviles.

Yendo al grano: ¿Por qué el Estado del bienestar no es sostenible?

En España la evolución del PIB per cápita ha ido de los 11.4OO euros de 1991 a los 22.700 de 2012. De manera que, dando por buenas las míseras pensiones y subsidios que se cobraban en 1991, si desde entonces hubiéramos tenido una distribución más equitativa de la riqueza producida, tanto los salarios como las pensiones y otras partidas del gasto social deberían haberse duplicado en valor nominal (dejando aparte la devaluación del dinero por la inflación). Y aún así se habrían duplicado también los beneficios empresariales. Pero mientras los beneficios han crecido más de lo que les hubiera correspondido, las demás percepciones van a menos. A fines del pasado año las ganancias empresariales superaron por primera vez a las rentas salariales. Desde el año 2000 los salarios han bajado del 50% del PIB al 44,2%,mientras las rentas del capital han subido del 40% al 46,1%. Las empresas del IBEX-35 han presentado ante la Comisón Nacional del Mercado de Valores unos beneficios netos de 16.435,5 millones de euros en el primer semestre de 2013, un 25,34% más que el mismo periodo de 2012.

Sabemos de sobra que si el Estado del bienestar no es sostenible no es por falta de dinero, sino a causa de su reparto. El dinero aparece cuando interesa, por ejemplo cuando hay que salvar a la banca del desastre a que la lleva su codicia (y es dinero que acaba saliendo de los bolsillos de quienes pagamos impuestos, y que además el gobierno da por perdido, por no recuperable. ¿Por qué la banca que lo ha recibido no queda obligada a devolverlo cuando mejore su situación? Misterio).

Lo que ocurre en definitiva (y sólo por ello el Estado de bienestar corre peligro) es que no se quiere modificar el resultado del libre juego del mercado mediante impuestos adecuados.

2. Reiteremos algo bien conocido. El mercado es un mecanismo que produce muchas disfunciones desde el punto de vista del bienestar colectivo. Dos de ellas son estas:

-Da más a los que más tienen y menos a los que tienen menos, con el resultado de que los ricos van siendo cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Dato de última hora: según informe de Credit Suisse el número de millonarios aumentó en España un 13% entre mediados de 2012 y mediados de 2013. Ahora hay 402.000 millonarios en el país. El número de pobres ha pasado del 19,7% en 2007 al 21,1 en 2012 y ello pese a que el umbral de pobreza ha pasado de 15.900 euros anuales en 2009 a 14.700 en 2012 para un hogar con dos adultos y dos menores (lo que quiere decir que ahora hay que ser más pobre que antes para ser considerado pobre).

-El mercado da mucho a quienes son económicamente rentables a corto plazo por su trabajo (aquellos que pueden hacer ganar más de lo que cobran a quienes los contratan) y da poco a los que no son rentables de esa forma. Ejecutivos o deportistas de élite pueden conseguir grandes emolumentos porque hacen ganar mucho a sus empresas o clubes, y otras empresas y clubes se los disputan. Un buen maestro no hace ganar dinero a su escuela, ni un buen médico de familia a su hospital. El mercado los margina.

Estas dos disfunciones sólo pueden corregirse por la vía de los impuestos progresivos, cuyo fin es que quienes han recibido del mercado cantidades injustificables las devuelvan para beneficio colectivo.

Pero, como ya se ha denunciado mil veces, lo que está ocurriendo en España es que quienes se llevan la mayor parte de la tarta apenas pagan impuestos y los políticos no están dispuestos a incomodarlos. Por eso el Estado no dispone de dinero suficiente para el gasto social.

Los políticos nos dicen que el dinero de los ricos no se puede tocar, porque amenazan con llevárselo a otra parte.

Es una amenaza que da buen resultado como chantaje, pero que debe ser puesta a prueba. Las grandes multinacionales que nos colonizan no se van a marchar del país sólo porque tengan que pagar los impuestos que les exigen en otros países de Europa (otra cosa es que aquí se les quisiera cobrar lo justo, que es mucho más de lo que pagan donde más se les cobra). Y muchos de los grandes capitales pueden ser controlados para que no les sea rentable marchar a paraísos fiscales. El propio Fondo Monetario Internacional está recomendando a España que haga una reforma fiscal para que las grandes fortunas paguen más impuestos.

En este panorama es triste que la socialdemocracia haya desistido de su propósito tradicional y se sume a los que dicen que el Estado del bienestar no es sostenible.

Una nota final intrascendente: Los políticos de la derecha son tan decididos cuando se trata de recortar pensiones públicas o prestaciones sociales porque ni ellos, ni sus familiares, ni sus amigos las necesitan. Imaginemos que Rajoy, el mismo que ha venido cobrando suculentos sueldos y sobres, tuviera que vivir con un salario o una pensión de 800 euros. Seguro que entonces no estaría tan dispuesto a recortar donde ahora recorta. No me extrañaría que en ese caso, espoleado por la necesidad, llegara incluso a mostrarse combativo y se rebelara contra quienes le dan las instrucciones que sigue tan diligentemente cuando el daño es para otros.

3. En España la evolución del PIB per cápita ha ido de los 11.4OO euros de 1991 a los 22.700 de 2012. De manera que, dando por buenas las míseras pensiones y subsidios que se cobraban en 1991, si desde entonces hubiéramos tenido una distribución equitativa de la riqueza producida, tanto los salarios como las pensiones y otras partidas del gasto social deberían haberse duplicado en valor nominal (dejando aparte la devaluación del dinero por la inflación). Y aún así se habrían duplicado también los beneficios empresariales. Pero mientras los beneficios han crecido más de lo que les hubiera correspondido, las demás percepciones van a menos. Desde el año 2000 los salarios han bajado del 50% del PIB al 44,2%,mientras las rentas del capital han subido del 40% al 46,1%. A fines del pasado año las ganancias empresariales superaron por primera vez a las rentas salariales.

Las empresas del IBEX-35 han presentado ante la Comisón Nacional del Mercado de Valores unos beneficios netos de 16.435,5 millones de euros en el primer semestre de 2013, un 25,34% más que el mismo periodo de 2012. Según informe de Credit Suisse el número de millonarios aumentó en España un 13% entre mediados de 2012 y mediados de 2013, en plena crisis,llegando ahora a 402.000 millonarios en el país.

Al mismo tiempo ha aumentado el número de pobres, que ha pasado del 19,7% en 2007 al 21,1 en 2012 y ello pese a que el umbral de pobreza, que era de 15.900 euros anuales en 2009, ha pasado a 14.700 en 2012 para un hogar con dos adultos y dos menores (lo que quiere decir que ahora hay que ser más pobre que antes para ser considerado oficialmente pobre).

La pensión media es en España de 13.746,88 euros al año, repartida en 14 pagas de 981,92 euros. Con la reforma en puertas, en 2019 esta pensión media habrá perdido 638 euros al año si la inflación es del 1% previsto por el gobierno, habrá perdido 1.527 euros si la inflación es del 2% como prevé el Banco Central Europeo, y habrá perdido 2.460 euros si la inflación es del 3%, que es la media de los últimos años. Es decir, a una pensión de unos mil euros se le quitarán 109 o 175 euros en cada paga (dependiendo de los niveles de inflación más probables, que aunque ahora desciendan debido a los efectos en los precios de la caída del consumo, es esperable que vuelvan a subir en seguida).

A su vez, los salarios están bajando no sólo porque no se actualizan por el IPC, sino porque han ido disminuyendo en su cuantía nominal desde la reforma laboral. En los últimos nueve meses los asalariados han perdido 60.000 millones de euros de sus nóminas según el último informe de Contabilidad Nacional. Se calcula que al ritmo actual el 31 de diciembre de este año la pérdida nominal será de 80.000 millones de euros, a la que habrá que añadir la eventual pérdida de poder adquisitivo por la subida de los precios.

Pero lo peor está por venir. Ejemplo significativo: aprovechando la reforma laboral, las multinacionales del automóvil se descuelgan de los convenios colectivos y, bajo la amenaza de deslocalización, han obligado a todas sus plantillas a aceptar una congelación salarial y reducciones en pagas extra y complementos laborales, pero además imponen la doble escala salarial: los nuevos contratos tienen salarios un 20%  y un 25% más bajos que el resto de la plantilla.

Según datos de la Encuesta de Estructura Salarial del INE y de Hacienda, el salario bruto más frecuente en España es de 15.500 euros anuales brutos, que se convierten, descontados impuestos y cotizaciones a la Seguridad Social, en 800 euros mensuales. ¡Ni siquiera milieuristas! ¿Se puede vivir dignamente con esa cantidad?

Aún así la Patronal acaba de decirnos que, mientras el beneficio bruto empresarial subirá  un 6,7% entre 2013 y 2014, los salarios bajarán un 1,5% (y por el contrario subirán un 2,9% en los países del entorno). Añadan a esto la precariedad laboral y el paro. El presidente del gobierno, tratando de vender en Japón eso que llaman “la marca España”, ha dicho a los empresarios japoneses que inviertan en España, porque aquí encontrarán costes laborales muy bajos. Les ha querido decir que no tienen por qué buscar mano de obra china o india, que la española no es más cara y ha sido despojada de muchos de sus derechos para que no cause molestias al empresario. Esto es, ha reconocido implícitamente que su reforma laboral ha convertido a los trabajadores españoles en esclavos laborales.

Pero es que además hay, según el informe de Cáritas, tres millones de españoles en situación de pobreza severa (más pobres que los pobres), que tienen que vivir con menos de 307 euros mensuales, y otros muchos que no tienen otra forma de sobrevivir que la beneficiencia. Si en 2007 estos pobres eran el 3,5% de la población, ahora son el 6,4%. Y los atendidos por Cáritas en sus servicios de acogida han pasado de 370.251 en 2007 a 1.300.914 en 2012, con una subida del 251,4%.

En esta situación, las prestaciones sociales son en España menores que la media de la UE. Según datos difundidos en 2013 por Eurostat, la Oficina Estadística de la Unión Europea, nuestro gasto social fue en 2010 el 25,7% del PIB, mientras que la media de la UE fue del 29,4% (el de Francia fue el 33,8, el de Dinamarca el 33,3, el de Holanda el 32,1, el de Alemania el 30,7 y el de Finlandia el 30,6%).

Y también es menor la presión fiscal (impuestos más cotizaciones sociales). Según el mismo informe, esa presión fue en 2011 del 32,4% del PIB (había sido el 36,6% el año 2006), mientras la media europea fue del 40,8%. Más de 8 puntos por encima. No hablemos de la presión de Dinamarca (48,6%), la de Bélgica (46,7%) o la de Francia (45,9%.).

¿Cómo podemos estar asistiendo a una bajada de prestaciones que son ya más bajas que la media europea? ¿Y cómo se puede decir que es por falta de dinero si el Estado cobra mucho menos por impuestos que la media europea? Aquí no estamos hablando de cobrar a los ricos más de lo que pagan en otras partes, sino de igualar lo que pagan aquí con lo que pagan en otros países europeos. El propio Fondo Monetario Internacional está recomendando a España que las grandes fortunas paguen más impuestos.

4. Cuando nuestros gobernantes dicen que el sistema de pensiones no es sostenible porque el gasto se ha disparado, mienten. Si se les muestra que ese gasto sigue en el 11% del PIB desde los años 90 mientras la media europea es del 15%, ellos callan y en seguida repiten lo mismo.

Si se les demuestra que hay otra política posible, que consiste en aumentar los ingresos para no tener que reducir los gastos sociales (e incluso se detalla la forma de hacerlo, como en la propuesta de GESTHA, el sindicato mayoritario de técnicos del ministerio de Hacienda), nuestros gobernantes se hacen los sordos y siguen a su tarea.

En todo caso nos dirán una y otra vez –al alimón con los economistas que les dan cobertura- que una subida de impuestos afectaría al consumo y deprimiría más la economía en este periodo de crisis. Mentira. Pues no se trata de subir los impuestos de manera general, sino de bajarlos a las clases bajas y medias (con lo que aumentaría el consumo ordinario) y subirlos a los grandes patrimonios, a las rentas altas y a los grandes beneficios empresariales, subida que no afectaría al consumo, ni siquiera al de objetos de lujo. Las clases altas tienen un colchón más que suficiente para que el pago de impuestos “a la europea” no les obligue a privarse de sus caprichos lujosos, simplemente tendrían menos dinero para otros fines, por ejemplo para la especulación bursátil.

Tras cometer la infamia del copago farmacéutico y de quitar becas, o reducir las míseras pensiones y salarios de las clases con menos ingresos, nuestros gobernantes mentirosos se justifican diciendo que están obligados a hacerlo, que bien que desearían hacer otra cosa, que no es culpa suya, sino de la crisis mundial y que cualquier otra política nos llevaría al desastre y sería peor para los damnificados.  Mentira.

Pero otras veces llegan más lejos, llegan a negar que estén haciendo lo que todo el mundo ve que hacen. El señor Montoro ha dicho en el Parlamento, contra los datos de su propio ministerio, que los salarios no están bajando, sino que han moderado su crecimiento. Ha dicho también que las pensiones no van a perder poder adquisitivo con su reforma, o que a lo sumo lo perderán en forma tan insignificante que no merece la pena hablar de ello.

El señor Montoro parece feliz y ufano cuando miente, y tanto se entusiasma cuando nos dice que la economía empieza a mejorar, que añade incontinente que vamos a ser el asombro del mundo.

Mienten con el mismo descaro otros miembros del gobierno cuando afirman que todo lo que hacen en educación va en beneficio de los estudiantes, incluso de aquellos inicuamente perjudicados. Todavía no han explicado por qué a un alumno sin recursos se le niega la beca y tiene que dejar de estudiar habiendo sacado un 5,4 mientras un alumno con recursos puede seguir estudiando con un mero 5.

Y miente la vicepresidenta del gobierno cuando, con datos falsos, acusa de fraude a 520.000 parados por trabajar mientras cobran la prestación de desempleo. Según datos de Ministerio de Empleo, hasta agosto pasado sólo 5.833 parados habían cometido ese fraude.

Cuando se les demuestra que lo que dicen es mentira, callan y siguen.

Su trabajo, que están dispuestos a cumplir a toda costa, es pasar al negocio privado, para beneficio privado, casi todo lo que era política social, y potenciar la enseñanza privada trasvasando a ella parte de los recursos destinados a la pública. Tendremos que seguir oyéndoles que están salvando al país y que los recortes que ejecutan nos llevarán a un éxito futuro.

Mienten no ya con desparpajo, sino con una fruición difícil de entender. ¡Rajoy, un mentiroso oficial, cuyas mentiras en el Parlamento han quedado probadas, ha llegado a decir que los españoles tienen derecho a que no se los engañe y se les diga la verdad!

Pero no sería justo achacar la mentira sólo al PP. En el sistema capitalista todo gobernante está condenado a mentir al pueblo. No hay uno solo que no lo haga, no importa el país. Otra cosa es que unos mientan con más impudor que otros (y en el impudor el PP es insuperable).


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