Actos de terrorismo llenan de miedo a los países que se llaman democráticos.
El Sistema reacciona a ese terrorismo con palabras rituales. Maldad incomprensible. Carencia de explicación. Absoluta falta de justificación. Locura. Barbarie.
El Sistema decide cuáles y cómo son los hechos: estos virtuosos, aquellos perversos. Es virtuoso lo que favorece al Sistema y perverso lo que lo debilita. Proclámese desde los infinitos púlpitos.
El Sistema fabrica políticos prosistema, que mienten y roban, y votantes de políticos que mienten y roban, pero fabrica también personajes dignos, investidos de autoridad moral (las Pepa Bueno y Agnes Barceló, los Iñaqui Gabilondo) encargados de silenciar la verdad esencial y transmutar mentiras útiles en verdades nobles. Su autoridad moral es pagada como se merece.
Aunque El Sistema fábrica ricos riquísimos y pobres pobrísimos, ha decretado que no es aceptable hablar de ricos y pobres. Si lo haces, los voceros de El Sistema te dirán que, cegado por la envidia, estás fomentando el odio entre ciudadanos.
El Sistema fabrica millones de objetos útiles, millones de objetos inútiles, compradores de objetos inútiles e insolventes que no pueden comprar objetos, ni útiles ni inútiles.
El Sistema fabrica frustrados, resentidos y violentos, fabrica guerras, hambrunas y grandes movimientos migratorios. Fabrica terroristas.
El Sistema condena a quien intente explicar el terrorismo apelando a sus causas. Explicar por causas es justificar. Y si justificas, también tú eres terrorista.
El Sistema ha practicado y practica el terrorismo cuando le conviene, pero entonces lo llama de otra forma. No es, por tanto, terrorismo. Es más devastador, pero no es terrorismo. Es un acto sangriento sí, qué remedio, pero virtuoso.
Los que están a favor de El Sistema acusan a otros de ser antisistema.
Los prosistema tienen un problema con la lógica: condenan el terrorismo y al mismo tiempo defienden El Sistema. Ante un acto terrorista el defensor de El Sistema debería decir: ¡Fuera lamentaciones! Este es el precio que nos exige El Sistema y hay que pagarlo.
Sólo los antisistema pueden condenar el terrorismo sin incurrir en contradicción. Y además pueden condenar con más fuerza el terrorismo de acá, que es la causa. El de allá es la réplica, es el efecto.