Me quejaba de que sobre la situación cubana no hay comentarios valientes en la izquierda española, pero aunque una golondrina no hace primavera hay al menos un caso que matiza el pesimismo.
Alberto Cubero Serrano, Secretario General del PCE de Aragón y concejal del Ayuntamiento de Zaragoza, ha justificado el voto negativo de IU a una moción municipal contra el gobierno cubano votado por el PP, Vox, Ciudadanos y parcialmente por el PSOE. Y lo ha hecho acumulando verdades una tras otra.
Cualquier persona con una factura cognitiva y moral sensible hubiera quedado sumida en la vergüenza si, aludida por las denuncias de Cubero, no hubiera podido justificarse con buenas razones.
Sin embargo para ser político procapitalista es imprescindible una contextura intelectual y moral adecuada, que no dude en mirar a otro lado cuando convenga o echar mano de la mentira de una manera tan tenaz que sobrecoge. El alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón (PP), pasó por alto lo que acababa de oír, como si no lo hubiera oído, y contestó con un «váyase a vivir a Cuba», pero «no de vacaciones» sino como un cubano más, para que compruebe las recetas de su «paraíso comunista». «Cuando pierda unos kilos va a volver a España y se convencerá de que este es el mejor país del mundo». Y ya está, para qué entrar en materia.
Lastima que el alegato de Cubero no lo hayamos oído de labios de Alberto Garzón o de Yolanda Díaz en un espacio de ámbito nacional. Quiero suponer que los dos piensan lo mismo que Cubero, pero han cedido su libertad. Y la libertad de hablar honradamente no tiene precio, no se debería ceder nunca, ni por nada. Sobre todo si se tiene en cuenta que de lo que más necesitada está nuestra sociedad, sumida en la mentira desde hace tanto tiempo, es de esa libertad.