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LLANTO POR LOS ESPAÑOLES EXILIADOS EN ESPAÑA

En España están condenados a vivir en el exilio quienes por conocimiento y empatía sean anticapitalistas, o comunistas liberales, o, si se prefiere, partidarios de la igualdad, la libertad y la fraternidad.

Dijo Larra que escribir en Madrid es llorar. Hoy se podría decir que “escribir en España decentemente es llorar”. Pero con un añadido: que leer lo que se escribe o escuchar lo que se dice es un sufrimiento. Porque en general lo que se dice y escribe no es decente, es propio de ese mundo (llamado “mundo libre”, democracia, Occidente, España) que sólo sobrevive en la mentira. Pero aún más triste (produce mayor soledad) es el silencio de los partidos que, por su adscripción a la izquierda, deberían ser, con sus palabras y sus acciones, un amable refugio para los exiliados.

Vayamos a lo concreto, a temas que han ocupado espacio en los medios las útimas semanas.

Guerra de Ucrania

Quienes escriben y opinan sobre la guerra de Ucrania conocen numerosos datos que callan.

Hace un año expuse en este blog algunos antecedentes de la guerra (ver aquí) y a ellos se pueden añadir datos de fuentes fiables que están a disposición de cualquiera en internet: en 2014 Estados Unidos apoyó a los grupos de extrema derecha (el ultra-nacionalista Sector Derecho, instigador de los disturbios en Kiev, y el partido parlamentario de extrema derecha Svoboda) protagonistas de la revolución del Maidán que sacó del Gobierno de Ucrania al presidente prorruso Victor Yanukovich y abrió las puertas del país a los servicios secretos y a los asesores militares y empresarios estadounidenses (por ejemplo a Hunter Biden, hijo de Joe Biden, que fue entre 2014 y 2019 miembro del Consejo de Administración de la corporación de hidrocarburos Burisma Holdings, la mayor empresa de gas de Ucrania, y formó parte de los lobbies energéticos que operan en el Congreso de Estados Unidos).

Todo el mundo que haya querido informarse sabe que, antes del llamado Euromaidán, la población ucraniana se encontraba dividida entre asociarse con Europa o con Rusia. Y que, aunque el apoyo a la integración con la UE era mayoritario en Kiev y en el oeste de Ucrania, se reducía en el centro y era minoritario en el sur y en Crimea, pero sobre todo en el Dombás, donde no pasaba del 18%. Precisamente por eso la población del Dombás ha sido objeto de ataques militares permanentes desde el año 2014, con la pretensión antidemocrática de mantener a esa parte unida por la fuerza a Ucrania. ¿Se imaginan que Cataluña tuviera el 82% de la población separatista, se hubiera independizado con ayuda de Francia y se la bombardeara para mantenerla unida a España apelando al derecho internacional y a los derechos humanos?

Es igualmente conocido que Ángela Merkel ha expresado que los acuerdos de Minsk fueron un engaño: sólo se proponían darle tiempo a Ucrania para que se armase con vistas a lo que se iba a producir. O que el ex primer ministro israelí Naftali Bennett, ha reconocido que Estados Unidos y sus aliados occidentales “bloquearon” sus esfuerzos de mediación entre Rusia y Ucrania para poner fin a la guerra en marzo de 2022.

Pues bien, de todo esto no se habla, al menos en primer plano. Hay un control absoluto de la información, reconocido por Josep Borrell cuando ha dicho, cínicamente, que la forma de garantizar la libertad de expresión consiste en censurar los medios de comunicación que no defiendan la posición de la OTAN. Un paso más se ha dado con la aprobación por la UE del llamado décimo paquete de sanciones a Rusia, que incluye medidas dirigidas contra individuos y entidades que apoyen de alguna manera a Rusia en este conflicto. Se supone que quien no difunda las mentiras de la OTAN está participando de la desinformación rusa y que por eso merece sanción. Valores de Occidente.

Los programas radiofónicos y televisivos españoles en el aniversario del comienzo de la guerra han sido muy agresivos con la verdad. ¡Oir una y otra vez a nuestro presidente de gobierno insistir en la expresión “guerra de Putin”, “Putin”, “Putin”! Si se hace caso a los opinadores españoles sólo ha ocurrido que hay un loco agresivo, Putin, enemigo de nuestros más sagrados valores. Y nada más.

Esta actitud, que es esperable en Sánchez, debería ser combatida por los que se encuentran a su izquierda. Pero éstos no han pasado de una tímida disconformidad con el envío de armas.

No se atreven a difundir el relato imprescindible para entender el presente: que Estados Unidos es un imperio que ha sido dueño del mundo desde la caída de la URSS hasta el definitivo despegue de China, y que sintiéndose en decadencia, pero manteniendo la pretensión de seguir siendo amo del mundo, se mete en aventuras criminales, seguramente abocadas al fracaso, a las que arrastra a sus súbditos europeos. Intenta cercar a Rusia y a China buscándose aliados en las proximidades de esos dos países y arriesgando la paz mundial mediante acciones enemistosas que a nada bueno conducen, como la espansión de la OTAN hacia Rusia, el intento de incluir a Ucrania en esa expansión, la creación de bases militares en torno a China o las provocaciones en Taiwan y en su estrecho. Todo el mundo sabe que Estados Unidos es el único país del mundo que actúa como un matón con 800 bases militares en países subordinados (España entre ellos).

¿Han oído ustedes a la izquierda explicar a la población todo esto y, en consecuencia, exigir de manera constante y firme la retirada de las bases americanas de España y nuestra salida de la OTAN? Sólo entonces empezaríamos a ser respetados por una mayoría de las poblaciones europeas, que empiezan a detestar la esclavitud de Europa a los intereses agresivos norteamericanos.

Las eléctricas

Se ha publicado que Iberdrola, Endesa y Naturgy han ganado 8.529 millones en 2022, un 30,5% más que el año pasado, que ya fue uno de los mejores de la historia del sector.

¿A qué se deben esas ganancias? En último término a la legislación que regula el sector.

Es público que todas las grandes compañías tienen gabinetes que se dedican a elaborar los proyectos de ley que luego los partidos políticos llevan al parlamento y convierten en leyes. Alguien ha recordado estos días lo que dijo José Manuel Soria cuando fue ministro de Industria, Energía y Turismo: “Las eléctricas vienen a mi despacho con los decretos hechos”. Y uno de esos decretos fue, obviamente, el que estableció el inicuo “impuesto al sol”.

Si no fueran las eléctricas las que legislan, no sería posible que los usuarios, en lugar de pagar solamente por el consumo, estemos obligados a contratar una potencia por la que nos cobran un dinero injustificable, con frecuencia más que por el consumo. Ni hubiera sido posible que al fijar el precio se siguiera el criterio de cobrar todas las fuentes de energía al precio de la más cara, así su porcentaje fuera mínimo. Se decía desde Europa lo de siempre, que tenía que ser así por complejidades que nadie era capaz de explicar, pero resulta que, obligada por la necesidad, la comisión europea ha terminado autorizando la excepción ibérica y no ha habido ninguna disfunción, al contrario, sólo ventajas.

Sencillamente las eléctricas han venido legislando a su antojo, ocultas tras políticos y Parlamentos cautivos.

Y no conformes con las extraordinarias ganancias obtenidas por tales procedimientos están trasladando subidas de precios “poco claras” en las facturas, según avisa Competencia, e incluso se aprestan a recurrir un impuesto decidido por el gobierno de coalición que no pasa de 800 millones al año.

¿Hay un movimiento, al menos en la izquierda, que exija cada día con más fuerza que se nacionalicen las eléctricas? Pues no, que yo sepa. Aquí no pasa nada.

La banca

En algunos medios ha producido escándalo la noticia de que los emolumentos de los principales ejecutivos bancarios rondan los 12 millones anuales. Los escandalizados deberían saber que esos millones no van a una cuenta corriente, sino a la especulación, y con grandes beneficios garantizados.

Cuando fui asesor jurídico de un banco industrial conocí el truco del que se beneficiaba un pequeño número de ejecutivos. El Agente de Cambio y Bolsa que actuaba para el banco llevaba sus libros con dos días de retraso y eso le permitía asignar a esos ejecutivos sólo acciones cuya cotización hubiera subido.

En todo caso el tema no son los sueldos de los banqueros, sino la banca misma.

Juan Torres (en InfoLibre del pasado viernes) explica por qué la banca se ha convertido en la principal fuente de inestabilidad económica y malestar social. Y añade que es incomprensible que las autoridades económicas no se den cuenta del cáncer que supone mantener a la banca bajo las prerrogativas y los privilegios que se le han concedido.

De sobra sabe Juan Torres que se dan cuenta, pero que su voluntad está secuestrada.

Ganancias excesivas, sueldos obscenos a sus ejecutivos, no devolución de los 60.000 millones de dinero público con que se la rescató y ¡encima! resistencia a pagar una pequeña parte de sus ganancias extraordinarias como impuesto especial para aliviar la situación de los que menos tienen. Como las eléctricas.

En un país de personas razonables habría un clamor irresistible pidiendo el fin de la economía especulativa y exigiendo el carácter público de bancos y bolsas. En la España en que vivimos ni siquiera se pide la creación de una banca pública que compita con la privada. Es más, se ha ido privatizando la fuerte banca pública que había, siendo el último episodio la integración de Bankia en CaixaBank. El Estado ha pasado de poseer el 61,8 % de Bankia a sólo el 14% de la entidad fusionada. Y esto ha ocurrido cuando el gobierno “progresista” llevaba dos años gobernando. Y silencio, todo sigue su curso natural. Supongo que ése ha sido uno de los sapos que ha tenido que tragar UP. Se lo ha tragado y aquí paz y después gloria.

Empresas farmaceúticas

Hemos podido leer en los medios que en 2012 el hospital Sloan Kettering de Nueva York, uno de los centros de Estados Unidos más importantes en la cura del cáncer, rechazaba incorporar el medicamento Zaltrap entre sus quimioterapias habituales “a causa del precio”. Y es que el precio de los medicamentos se ha disparado desde hace años al punto que, durante la pandemia del coronavirus, medicinas que costaba producir apenas seis euros se vendían por 2.000. Según un informe de la universidad de Liverpool hecho en 2015, las compañías cargan entre 300 y 600 veces el coste de fabricación.

Como las patentes permiten a las empresas poner los precios que quieran, los Estados solo pueden negociar a partir de esos precios.

En España, desde 2014, el coste que asumen las consejerías de Sanidad ha pasado de 9.627 millones de euros a 12.173 millones según el último informe de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP). Un incremento del 26,45% en números absolutos. Y esto sin considerar que el precio ya era disparatadamente alto antes de ese periodo.

No es sólo el precio exorbitado, sino además el exceso de recetas que se produce en nuestro sistema de salud. Fernando Lamata, presidente de honor de la Asociación por un Acceso Justo al Medicamento (AAJM), habla de un círculo vicioso: hay falta de recursos en Atención Primaria y la falta de tiempo para atender al enfermo se compensa con recetas. Esta situación genera una enorme distorsión en los presupuestos hospitalarios, cuyo gasto farmacéutico empieza a ser el gasto dominante, superior al de Atención Primaria, lo que agudiza la falta de recursos. Los 616 millones que ha aumentado el gasto farmaceútico entre noviembre de 2021 y 2022 es lo que costaría contratar a 6.000 médicos.

¿Por qué es imposible solucionar esta aberración? Ni siquiera durante la pandemia se pudo conseguir que se legislara para moderar el derecho de propiedad intelectual sobre las vacunas. Las farmaceúticas se opusieron diciendo que aunque las vacunas tradicionales de tipo proteico podrían fabricarse localmente en países diferentes, las vacunas de vectores virales y las vacunas de ARN mensajero son realmente nuevas y el número de plantas capaces de fabricarlas es bastante bajo. Y los poderes públicos aceptaron dócilmente estos pretextos.

Está claro que el problema se resolvería fijando el precio de los medicamentos en el mínimo que asegurara a la empresa propietaria una justa retribución al capital invertido en investigación y fabricación. De una manera más efectiva, nacionalizando las farmaceúticas. ¿Imagina el lector por qué no se hace nada de todo esto? Ni siquiera un gobierno como el español, que se dice progresista, intenta algo, como mínimo plantear el problema en Europa, dar guerra, abrir los ojos a la población… Nada. El PSOE porque no quiere, UP porque anda amordazada.

El derecho constitucional a la vivienda

El problema de la vivienda en España es una desgracia que aumenta año tras año. Plegándose a los intereses del capital, los gobiernos han dejado de lado durante decenios la satisfacción de las necesidades sociales y han optado por la mercantilización ilimitada del suelo y la vivienda, con episodios como la venta a fondos buitre de vivienda social a precio de saldo y la sumisión del precio de los alquileres a un mercado especulativo. No hay unas leyes de vivienda que faciliten el acceso de la gente con menos recursos a viviendas sociales, ni que intervengan los precios del alquiler.

Los 40 mayores propietarios disponen de 115.085 casas destinadas al alquiler y una de cada tres viviendas registradas desde 2015 pertenece a grandes propietarios. De ahí que los incentivos fiscales al alquiler, que le cuestan al Estado 1.000 millones de euros al año, beneficien mayormente a los grandes propietarios, es decir, a las rentas más altas.

El 1 de febrero del pasado año el Consejo de Ministros aprobó una ley de vivienda, pero se encuentra atascada en el Parlamento.

El gobierno de Portugal ha hecho más que el español: se compromete a forzar el alquiler de los inmuebles vacíos en todo el Estado, a poner un techo máximo de los precios de las viviendas, prohibir nuevos pisos turísticos y acabar con los ‘visados de oro’ a extranjeros que inviertan en viviendas.

El PSOE no deja de arrastrar los pies en este tema. Sus dirigentes sabrán por qué.

Distribución de la riqueza

Llevamos años hablando de este tema, también agravado año tras año. La legislación española ha hecho posible que en los últimos 15 años el 1% más rico haya pasado de poseer el 15,3% de la riqueza al 23,1% actual y que la recaudación por Impuesto sobre Sociedades se haya reducido un 40,59%. En el año 2000 el tipo efectivo sobre beneficios era del 21,42%, en 2005 del 19,69%, en 2010 del 8,95%, en 2015 del 9,83% y en 2020 del 8,30%. Es decir, se ha ido legislando que lo que pagan las grandes empresas por sus beneficios haya ido cayendo un 61,25%. Por si esto fuera poco ahí tenemos las bonificaciones en el Impuesto sobre el Patrimonio en la Comunidad de Madrid, gracias a las cuales el 0,17% más rico deja de pagar casi 1.000 millones de euros anuales o en Andalucía el 0,20% más rico deja de pagar alrededor de 110 millones.

Entretanto las familias soportan más del 75% de la recaudación tributaria. Los recursos recaudados por IRPF han aumentado un 30,27% y los recursos recaudados por el IVA un 29,79%. El IVA, salvo cuando se aplica a objetos de lujo, es un impuesto criminal (grava igual al pobre que al rico y para el pobre es una carga insoportable). Conviene no olvidar que ese impuesto indirecto, que se camufla en el precio de la mercancía, ha sido ideado para extraer recursos que permiten aligerar la carga impositiva de los ricos.

Si pasamos de España al mundo, el mismo día en que los intelectuales de Davos debatían sobre el futuro de la globalización Oxfam denunció en su último informe que el 1% de la población se ha apropiado de dos tercios de la riqueza creada en el mundo desde 2020.

Por lo que afecta a Estados Unidos, que es el responsable de los grandes daños que en el mundo ha causado la política neoliberal, Bernie Sanders ha ofrecido estas cifras en la presentación de su nuevo libro It’s OK to be angry about capitalism (Está bien estar enfadado con el capitalismo): tres personas controlan tanta riqueza como el 50% de la población más baja en bienes. Cada uno de los ejecutivos de las grandes corporaciones cobra 400 veces más que el sueldo medio, mientras que hace 50 años esta diferencia era de 30 o 40 veces. La desigualdad aumenta y el llamado “sueño americano” se ha convertido según Sanders en una auténtica pesadilla. “En términos de igualdad, lo que ocurre en EEUU es una obscenidad”, concluye. “La avaricia lo puede todo en EEUU”.

Los que quieren justificar tal situación argumentan, con ese cinismo a prueba de bomba de los economistas conservadores, que esta aparente injusticia es buena porque mejora la economía y ello redunda en beneficio para todos.

Un estudio realizado por investigadores de la London School of Economics y el King’s College de Londres, con datos de las últimas cinco décadas provenientes de 18 países de la OCDE, evidencia que las reducciones de impuestos a los ricos solo han conseguido aumentar sus ingresos, pero no han tenido efectos en mejorar el crecimiento o la empleabilidad.

¿Se oye algún griterío enojado? Los que se consideran partidos de izquierda meditan y callan. A lo más a que llegan es a decir mesuradamente que los que más tienen deben contribuir más al gasto público. ¿Y cuánto ha de ser ese más? De eso prefieren no hablar.

Sanidad y educación

Dado lo poco que los ricos contribuyen a las arcas públicas, el Estado no tiene dinero para poner en pie una sanidad y una educación de buena calidad y universal, es decir, igual para todos. En consecuencia hay un pretexto para privatizar (o, como prefieren llamarlo, externalizar, o recurrir a la colaboración público privado). La consecuencia es que hay dos niveles de sanidad, la pública, progresivamente deteriorada, y la privada en crecimiento para quienes se la puedan pagar. Y dos clases de escuela, la pública, progresivamente deteriorada, y la privada, en manos de la derecha y de la Iglesia (porque la izquierda no comparece). Fábrica eficaz de adoctrinamiento conservador sin contrapartida, y además subvencionada con dinero público.

Luego de repente se descubre que hay muchos escolares cuyos problemas los llevan a pensar en el suicidio y entonces cunde la alarma y se piensa en algún remedio, que siempre consiste en activar un protocolo. Se descubre también que entre los alumnos crece el machismo y entre las alumnas la aceptación del machismo, y entonces cunde la alarma y se piensa en algún remedio, que siempre consiste en activar un protocolo.

La importancia del tema merecería que los partidos de izquierda no parasen de decir que una escuela mal financiada y mal diseñada, y en un ambiente inundado de publicidad malsana, no puede pasar de un ínfimo nivel de efectividad. Justamente el nivel al que está condenada la niñez que no tiene en sus familias un ambiente educativo compensatorio. De ahí el espectáculo de cerrilismo, brutalidad e ignorancia que ofrecen masas que han pasado por la escolarización obligatoria, y que se manifiesta en la violencia machista y racista, en el odio presente en la calle, en los campos de fútbol o en las redes, pero sobre todo en esos millones de personas que, siendo explotadas, votan a la derecha y a la extrema derecha.

¿Remedios? En esta sociedad no los hay. Lo que vengo diciendo desde hace muchos años es más evidente cada año que pasa: que el único remedio exige sustituir mercado por racionalidad al servicio colectivo. De acuerdo en que este cambio no es hacedero por el momento, pero no lo será nunca si desde ahora no se intenta que la población perjudicada vaya sabiendo qué le hace daño y dónde estaría la solución.

¿Democracia?

1. Los temas anteriores concluyen en uno, en el tema de la democracia. Al fin y al cabo la cuestión básica es dónde está el poder y en beneficio de quiénes se emplea.

Sanders dice que aunque está bien que quien haya triunfado en los negocios sea superrico, debería tener suficiente con 2.000 millones de dólares, ¿para qué quiere 40.000?

¿Acaso Sanders no sabe para qué los quiere? Y no sólo 40.000, sino muchos más. ¿No sabe para qué quieren Elon Musk sus 219.000 millones, Jeff Berzos sus 171.000, Bernard Arnaul sus 158.000, Bill Gates sus 129.000 o Larry Page sus 111.000? Pues para imponer en todo el mundo sus intereses. Para eso. Y eso explica por qué se legisla como se legisla, por qué se juzga como se juzga, por qué los ejecutivos toman las medidas que toman. ¿Democracia? Para morir de risa.

Es contradictorio creer que vivimos en democracias y al mismo tiempo aceptar que el sistema permita que unas pocas personas dispongan de tal nivel de riqueza que pueden controlar medios de comunicación, plataformas digitales, partidos políticos, parlamentos, gobiernos, campañas electorales…

Toda la lógica del sistema descansa en la certidumbre que tienen los poderosos de que la riqueza concentrada en sus manos les da un poder imparable que gana legitimidad adoptando una forma democrática. No vivimos en democracia, sino en una dictadura del capital disfrazada.

Frente al hecho de que son las grandes corporaciones las que legislan en el espacio básico, el de la economía, el Acuerdo de Gobierno que suscribieron el PSOE e IU dice ingenuamente en el punto 2.11.4.: “Abordaremos la regulación de los lobbies para hacer transparente su incidencia política, con registro obligatorio y público de sus entrevistas y agendas”. Quiero creer que los políticos que acordaron tal cosa creían en su eficacia, en cuyo caso eran ingenuos ignorantes (parece que Pablo Iglesias no sabía todavía lo que supo más tarde, que los gobiernos no gobiernan).

La consecuencia es otro circulo vicioso. La concentración de riqueza da poder para controlar la legislación. Y se legisla para ir aumentando la concentración de riqueza.

Sin embargo el pensamiento correcto sigue hablando de democracia como si existiera, e incluso los hay que se rasgan las vestiduras si alguien se ateve a decir que ni Estados Unidos, ni Alemania, ni España, ni país alguno del mundo es una democracia.

2. Eso sí, muchos de los que tienen por dogma que vivimos en democracia van aceptando un empeoramiento de aquellos indicadores vinculados a las libertades y derechos civiles básicos, a la neutralidad de las instituciones, a la transparencia en su funcionamiento y al respeto por las minorías políticas, sexuales, étnicas, religiosas y nacionales.

Para algunos el proceso que más está deteriorando nuestra supuesta democracia es la dinámica polarizadora, de la que hacen igualmente responsables a los dos extremos, el de la derecha y el de la izquierda. Pero ¿cómo va a ser responsable la izquierda si en la práctica no existe? La polarización no es otra cosa que la exacerbación de una extrema derecha que ve un ambiente propicio a sus excesos.

Dicen otros que la amenaza no son ya los militares deponiendo gobiernos electos, ni los jueces, ni siquiera los Bolsonaro o Trump, sino el hecho de que una gran parte de la ciudadanía no cree en lo más básico del sistema: que las elecciones son libres y competitivas y que cualquier opción política las puede ganar.

Pero esto sólo significaría que, al fin, una gran parte de la ciudadanía no se deja engañar por la apariencia. Esto querría decir que lo que se ha venido deteriorando no es la democracia, sino el disfraz.

3. Sanders dice que si tuviese suficiente poder aplicaría esta alternativa: “Las grandes corporaciones hay que fragmentarlas, evitar que todo caiga en las mismas manos. Disney ya controla demasiado. En el caso de los medios de comunicación, habría que potenciar los locales, los más cercanos a las comunidades en lugar de los gigantes”.

Esta alternativa es tan ingenua e ineficaz que muestra bien a las claras las líneas rojas que ningún político puede traspasar.

En realidad para resolver los grandes problemas que he mencionado no hay más opción que salir del sistema, salir de la economía de mercado, que no sólo distribuye tan injustamente la riqueza e impide la democracia, sino que pone al mundo en peligro. Su lógica exige un permanente crecimiento de la producción y el consumo, con el inevitable deterioro del planeta, el agotamiento de recursos, la creciente exigencia de energía y agua, la insoportable carga sobre las espaldas de la mayoría de la población.

Desde que inicié este blog en 2014 vengo insistiendo (ver aquí) en que sólo podrá haber democracia en el mundo cuando se den estas condiciones:

(a) Que la riqueza privada no pueda pasar de un límite razonable, pensemos en 5 ó 10 millones. Para Sanders está bien que quien haya triunfado en los negocios sea superrico y disponga de 2.000 millones de dólares. ¿Y por qué entonces no está bien que sea superrico el buen investigador, el buen maestro, el buen médico, la buena enfermera? ¿Sólo porque el mercado da mucho a los negociantes y muy poco a la mayoría de los que hacen cosas importantes? Eso sólo significa que hay que librarse de la dictadura de un mercado que reparte la riqueza social de manera tan injusta e irracional. Pero además Sanders comete el error de considerar que un patrimonio de 2.000 millones de dólares es razonable. Desde la razón sólo puede aceptarse una riqueza privada que, aunque permita vivir con toda clase de lujos, no dé poder para controlar la democracia. O sea, de 5 a 10 millones, por ejemplo. ¿Imaginan lo que podría hacerse si los superricos antes citados se quedaran cada uno con 10 millones y el resto pasara al Estado para beneficio de la población?

(b) Que pasen a ser de propiedad pública bajo control social todas las empresas que satisfacen necesidades básicas de la población (energía, agua, finanzas, farmacia, distribución de alimentos, etc.) así como los medios de comunicación y las plataformas digitales (en otro caso la llamada libertad de expresión es un eufemismo con el que se alude al monopolio del capital en el espacio de la información y la opinión pública).

(c) Que se generalice una educación que dé a todo ciudadano la competencia necesaria para entender las implicaciones de su voto y las repercusiones de cada medida política, lo que exige romper esa inercia milenaria del elitismo que ha venido fabricando poblaciones intelectualmente inermes.

La inexistencia de la izquierda

Volvamos al tema del silencio. Es natural que en el panorama descrito no se lean ni oigan análisis veraces en los medios que el capital controla, sea directamente (los privados) sea indirectamente (los públicos, controlados a través de los partidos en el poder). Pero ¿cómo explicar el silencio cómplice de los partidos de izquierda?

Es fácil explicarlo en los partidos que se dicen de izquierdas, pero que son procapitalistas, como los socialdemócratas, obedientes al poder económico.

El PSOE ni siquiera es ya el partido socialdemócrata que fue. Han quedado muy atrás los tiempos en que un miembro de ese partido, Fernando de los Ríos, decía que capitalismo y humanitarismo son dos términos contradictorios, o que el capitalismo exalta la libertad aplicada a los objetos económicos con el fin de hacer más fácil la servidumbre de los hombres.

Estados Unidos y Alemania pensaron que Felipe González podría imponer en España las políticas neoliberales con menos resistencia social que si lo hiciera un partido heredero del franquismo, y González recibió su apoyo cuando aceptó ese deshonroso papel. Desde entonces las políticas del PSOE han sido indistinguibles de las del PP en el espacio del que dependen todos los demás, el de la economía.

¿Qué decir de los que están a la izquierda del PSOE?

Izquierda Unida hace mucho tiempo que desapareció de los argumentos públicos. El electoralismo hundió al Partido Comunista y no es de extrañar si se recuerda que estuvo dirigido por personas (Santiago Carrillo, Ramón Tamames) que de comunistas no tenían nada. Estaban ahí porque era su forma de medrar. ¿Han oído ustedes a Alberto Garzón decir algo que tenga impacto social sobre los temas que he dejado señalados? Silencio.

El grupo anticapitalista andaluz es el más respetable y coherente, con lo que eso tiene de ejemplarizante y de pedagógico, pero está limitado por el electoralismo y no muestra suficente capacidad teórica para diseñar estrategias a largo plazo contra los elementos ocultos de la la dictadura del capital. Su andalucismo sería aceptable como motivo secundario, pero no se puede convertir en motivo fundamental de un partido de izquierdas.

Voté a Podemos en otro tiempo, cuando creí que podía ser lo que echábamos en falta. Pero controlado por unas camarillas inmaduras, que piensan a corto plazo y sólo desde sus propios intereses partidistas o personales, inició una deriva que terminó en el pacto de gobierno con el PSOE. Cierto que Podemos por ahora no está controlado directamente por la banca, pero lo está indirectamente, al someterse a las reglas del juego que el capital impone.

Todo lo que UP ha conseguido en beneficio de la gente, e incluso más, podría haberlo conseguido con un pacto de legislatura, pero quedando fuera del gobierno. Y hubiera conservado libertad para una tarea fundamental: argumentar las críticas al sistema y a sus servidores (PSOE incluido). Y eso sin tener que tragarse cada día un sapo para desayunar.

Sobre lo que creo que debería estar haciendo la izquierda me remito a lo dicho aquí.

Panorama triste. Exiliados en un país hostil, pensando y añorando ese mundo imaginario en que impera la razón generosa y no se vive de la mentira.


Nota tras la publicación de esta entrada (5-5-2023)

Un amable lector se extraña de que yo haya hablado de «el buen investigador, el buen maestro, el buen médico, la buena enfermera». Tiene toda la razón, me dejé llevar del hábito. Debí decir «aquellas personas que ejercen con calidad la investigación, el magisterio, la medicina o la enfermería.» Disculpas y que valga esta rectificación, que he preferido hacerla en esta nota y no en el texto, como agradecimiento al lector que me ha corregido.

Si quiere hacer algún comentario, observación o pregunta puede ponerse en contacto conmigo en el siguiente correo:

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